La orden religiosa de los Jesuitas: La compañia de Jesus



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La orden religiosa de los Jesuitas: La compañia de Jesus

J. Jesús Gómez Fregoso, s.j.



La persecución atrajo a muchos jóvenes a la Compañía de Jesús, puesto que en 1929 los jesuitas eran ya 370 y en 1931 aumentaron a 412, número que fue creciendo de suerte que en 1967 llegaron a ser 801. Pero a partir del siguiente año se inició un descenso. En los últimos 6 años ha aumentado el número de aspirantes. En la actualidad, año 2000, son 477 los jesuitas de la Provincia de México.

Desde 1929, después de los <> que hubo entre el gobierno federal y la jerarquía eclesiástica, los jesuitas comenzaron a reagruparse para vivir de nuevo en comunidades y organizar sus obras: templos, colegios y misiones. Dejaron de ser asesores de la ACJM, sobre todo en el nivel nacional. En la capital fundaron centros para dar atención religiosa y cultural a estudiantes de las diversas facultades de la Universidad Nacional Autónoma de México. Con el tiempo, dichos centros formarían el primer núcleo de lo que hoy es la Universidad Iberoamericana. En estos años también se dio mucha importancia a las <> que en muy diversas ciudades y pueblos congregaban a miles de fieles deseosos de oír al <>, al más puro estilo de la Europa del siglo XVII y del siglo XIX en toda la América española. Importante fue la fundación de la Obra Nacional de la Buena Prensa que, hasta el presente, imprime varias revistas, libros, folletos, y hojas volantes de instrucción religiosa. Fueron también años de intenso trabajo en los colegios, de donde surgieron abundantes vocaciones para el noviciado que, después de haberse establecido en El Paso, Texas, regresó a territorio nacional. Ya a principios de los cincuenta habían quedado muy atrás las experiencias de la persecución religiosa; y en 1951 el gobierno del D.F. y la presidencia de la República dieron facilidades y ayudaron para que el Colegio Máximo, donde se estudiaba filosofía y teología, regresara a la capital del país después de decenios de destierro en El Paso, Texas.

La presidencia ofreció también devolver a los jesuitas el antiguo colegio de Tepotzotlán, ocupado por las fuerzas constitucionalistas en agosto de 1914; pero prefirieron dejárselo al gobierno para que se instalara ahí el Museo Nacional del Virreinato. En los tiempos atendidos por los jesuitas, a partir de 1929 y hasta mediados de los años sesenta florecieron las Congregaciones Marianas, que dieron formación religiosa a muchos católicos mexicanos.

Entre las nuevas obras en templos, conviene destacar el templo en el penal de las Islas Marías, que desde 1942 es atendido por jesuitas, y cuyo más conocido capellán fue el padre Manuel Martínez Macias, conocido popularmente como <>, quien trabajó entre los reclusos durante 38 años.

Los tiempos actuales

Al presente, la formación de los jesuitas mexicanos ha cambiado en algunos aspectos de lo que fue en los siglos coloniales: el aspecto religioso es el mismo, siempre basado en los Ejercicios Espirituales de san Ignacio de Loyola: la vida para servir, acompañando a Jesús, a todos los seres humanos; vivir en comunidad, con otros <>, según la expresión clásica, utilizada desde aquel grupo de estudiantes en París, en 1534.

En la parte académica, el estudio del náhuatl y otras lenguas indígenas ha cedido su lugar a las lenguas del mundo moderno; los estudios de cultura clásica también se han cambiado por los de las ciencias sociales. Ya no se cultiva el estudio de los autores latinos y griegos, y del latín y griego, ni se da tanto lugar al arte del bien hablar y bien escribir, sino más bien al estudio de la realidad presente del país. Desde el principio se tienen estudios bíblicos, teológicos y filosóficos para terminar con la profundización de estudios de teología, sin olvidar el paso obligado por las obras clásicas, como la Summa Theológica de santo Tomás de Aquino; los estudios actuales de los religiosos de la Compañía se centran en obras que expliciten los postulados de la Iglesia a partir del Concilio Vaticano II, en especial que ayuden a reflexionar en el mensaje cristiano actual, del que no se excluyen las diversas teologías de la liberación: se profundiza en los postulados del papa y de los episcopados de América Latina, preocupados por los problemas de injusticia social que existen en nuestras tierras. Después de los estudios teológicos, se recibe la ordenación sacerdotal, tal como siempre se ha hecho en la universal Compañía de Jesús desde sus orígenes.

A mediados de los años sesenta, a raíz del Concilio Vaticano II, los jesuitas tuvieron que revisar sus obras y trabajos para tratar de actualizarse en lo que la Iglesia exigía de adaptarse al mundo moderno y específicamente a la vida cristiana de América Latina, consciente de padecer muy honda y extensa injusticia social. El padre general de los jesuitas Pedro Arrupe, insistió en que debía intensificarse el <>, frase que desconcertó y -aún desconcierta- a no pocos católicos, a quienes, sobre todo en los años setenta, les pareció marxista.


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Posted on

February 16, 2015