Construyendo el camino hacia una pastoral migratoria La migración actual en la Frontera Norte de México vista por la iglesia católica

Construyendo el camino hacia una pastoral migratoria
La migración actual en la Frontera Norte de México vista por la iglesia católica

No opriman el corazón de los migrantes,
pues ustedes ya conocen el corazón del migrante.
Porque ustedes fueron migrantes en la tierra de Egipto.
ÉXODO 23:9

P. Gianni Fanzolato, C.S
Casa del Migrante en Tijuana, A.C.

Una opción Humanitaria y Cristiana para los migrantes.

La casa del Migrante en Tijuana, A.C. - Centro Scalabrini, desde su fundación en 1987, ha trabajado bajo el carisma y dirección de los Misioneros de San Carlos (Congregación de la Iglesia Católica que se dedica a trabajar con migrantes y refugiados en 26 países del mundo), manteniendo sus puertas abiertas para miles de migrantes necesitados de asistencia humanitaria, moral y espiritual. Durante sus 10 años de presencia en Tijuana, el Centro Scalabrini ha mantenido sus puertas abiertas beneficiando a 100 mil migrantes con apoyo material, moral y espiritual. El Centro se sostiene con donativos económicos y en especie que nos hacen llegar de México y de los E.U.A. También, gracias al trabajo que realizan cerca de 90 voluntarios quienes aportan 37 mil horas al año a la causa de los migrantes.
Con una visión humanitaria, el Centro Scalabrini ha llevado a plantear abiertamente la necesidad de establecer un compromiso social para transitar de una institución asistencial a un desarrollo, en beneficio de quienes llegan a nuestro albergue. La institución también realiza actividades de investigación social en materia migratoria y de documentación de casos por violación a derechos humanos, aprovechando la vasta información que nos proporcionan nuestros huéspedes, lo cual representa nuestra aportación para profundizar en el conocimiento del fenómeno migratorio en la región, y para elevar la dignidad y el autoestima de los migrantes, tan golpeados por la crisis económica y la ruda experiencia migratoria.

En los últimos 5 años hemos observado importantes cambios en el perfil del migrante. Antes predominaba el migrante de origen rural; actualmente la mayoría proviene de zonas urbanas. Por otro lado, los operativos implementados por el S.I.N., como la Operación Guardián en la frontera Tijuana-San Diego, han dificultado como nunca el cruce de trabajadores indocumentados, quienes arriesgan más, provocando con ello accidentes y muertes al convertirse la frontera en zona de alto riesgo. Sin embargo, las autoridades en ambos lados insisten en responsabilizar sólo a los polleros o coyotes de estas fatalidades, dándole un perfil policiaco al asunto migratorio. Los cambios en la legislación de los E.U.A. que tienen que ver con la migración, las reducciones al sistema de seguridad social que afecta a minorías, las constantes violaciones a los derechos humanos de los migrantes y las secuelas que todo ello acarrea (ambiente racista y xenofóbico, accidentes y muerte de emigrantes, separación familiar, baja autoestima, pérdida de trabajo y de arraigo, etc. se podrían resolver implementando medidas bilaterales producto del diálogo y la negociación, que den oportunidades de trabajo en vez de exponer a la gente a graves riesgos físicos, sociales y psicológicos.

Encontramos ahora que los migrantes se someten a múltiples tensiones y conflictos no previstos por ellos, que les provocan serias alteraciones de su personalidad. Llegan a la frontera desorganizados y confundidos, sin información ni capacidad para ejercer todos sus derechos. A muchos se les derrumba el sueño americano, con el que pretendían resolver sus problemas familiares de subsistencia en su lugar de origen; otros, abruptamente expulsados de la tierra a la cual creyeron pertenecer. Todo ello deterioro a su condición humana, su calidad moral y espiritualidad. En la Casa del Migrante hemos sido testigos de múltiples casos de gente que ha sufrido en extremo las inclemencias de la vida.

Por todo lo anterior, pretendemos que nuestra institución enfrente los cambios sociales de manera dinámica, preparándonos para el arribo del tercer milenio que, desafortunadamente , avizora más problemas en lo económico, en lo familiar, en lo social y en lo legal para quienes deciden, como recursos de supervivencia, emigrar a otras tierras en busca no sólo de empleo e ingreso remunerado, sino también de paz, justicia social y un lugar digno en la sociedad.

Labor Pastoral de la Casa del Migrante

Además del trabajo arriba descrito, el Centro Scalabrini realiza una labor pastoral alrededor de nuestro albergue que contempla las siguientes actividades:

Pastoral Migratoria en la Casa que realiza el Director, Sacerdote Scalabriniano, mediante:
Catequesis (Bautismo y 1ra. Comunión).
Celebración de la Eucaristía.
Dirección Espiritual y Confesiones.
Pláticas y Promoción Humana y Espiritual de Migrantes.
Retiros y Encuentros Espirituales con voluntarios de la Casa Migrante.
Dinámicas y Animación Litúrgica con los migrantes, promovidas por el grupo de Misioneras Contemplativas Caminantes.
Celebración del Año Litúrgico: Adviento, Navidad (Posadas), Cuaresma y Pascua, dándole a todos estos acontecimientos religiosos un enfoque migratorio.
Valorización del aspecto teológico de la migración como resultado, entre otras cosas, de la experiencia empírica del trabajo diario con los migrantes y a través de los resultados de las investigaciones realizadas al interior de la institución.

Visión Teológica de la Migración, Hoy

La iglesia católica, que es Madre, siempre tuvo un cuidado particular para sus hijos los más desamparados, que son los migrantes: ejemplo sean todos los documentos brindados por la iglesia sobre el fenómeno migratorio y, últimamente, el discurso de Su Santidad el Papa Juan Pablo II en la O.N.U, donde demostró no sólo conocer muy bien el asunto migratorio, sino que también expresó su gran preocupación por todos los problemas que enfrentan los migrantes: los golpes, los peligros y los atropellos a su dignidad y sus derechos, mostrando un gran amor de Padre hacia ellos. No tuvo miedo de defenderlos pidiendo a los E.U.A. y a todos los países desarrollados mayor comprensión y acogida, abriendo sus corazones y sus fronteras.

La Iglesia, siempre atenta a los problemas de los más necesitados, con gestos proféticos debe ver, escuchar y destacar los signos de los tiempos para injertar el mensaje del Evangelio en los problemas más graves de la humanidad; como el caso de la migración, a fin de que a la luz de la palabra de Dios, mediante una adecuada sensibilización, catequesis y toma de posición, recupere la dignidad de tantos hermanos nuestros pisados y golpeados a lo largo de las fronteras del mundo, como hijos de Dios, personas con sus valores, miembros activos de la iglesia y de la sociedad, pueblo santo en camino hacia tierra prometida.
En la IV Conferencia del Episcopado Latinoamericano, se habla también de las migraciones como uno de los males de América Latina1. Sin embargo, al mismo tiempo que constatan los obispos latinoamericanos la problemática negativa de la migración, hacen un llamado a la necesidad pastoral que debe realizarse con quienes llegan a nuestros países.

Hoy la emigración provoca también problemas de moral, desintegración y abandono de la familia.

Otro tipo de abandono es el de los ancianos. Para los que van a los E.U.A. hay un fuerte desarraigo de su origen e influencia del consumismo, el materialismo y el individualismo. Se pierden, también, los valores religiosos de unidad familiar.

En otro plano, se observa que en los países con especiales problemas de migración, por causas socioeconómicas, existe por lo general ausencia de medidas sociales para detenerla, y en los países receptores, una tendencia a impedir su ingreso. Esto desangra de fuerzas productivas en nuestros pueblos, junto con desarraigo, inseguridad, discriminación, explotación y degradación moral y religiosa en los mismos migrantes2 .

La Iglesia Católica Latinoamericana está comprometida hoy, más que nunca, en dar una respuesta oportuna, contundente y efectiva ante la nueva situación de emergencia que se vive en las fronteras (norte y sur de México, principalmente). Tiene entonces que seguir su labor apostólica y de asistencia espiritual con los migrantes, intensificarla donde está carente y, tratando sobre todo, de poner en práctica algunas conclusiones de la Conferencia del Episcopado Mexicano en Julio de 1989, como por ejemplo:

Favorecer un encuentro de oración de los Obispos que guían las principales diócesis de envío y acogida de los migrantes.
Estudiar un posible nombramiento de Obispos, uno de cada país, encargados de velar por los mexicanos, méxico-americanos y centroamericanos residentes en los E.U.A. y, correlativamente, de los estadounidenses residentes en las urbes de América Latina.
Integrar al trabajo apostólico a más hermanas religiosas en la evangelización, por la gran aceptación que siempre encuentra en nuestras comunidades su testimonio y mensaje.
Vigilar sobre la posible "ideologización" de los agentes de pastoral hispana.
Dinamizar nuestras comunidades en su compromiso de oración y apoyo al trabajo de promoción vocacional entre los hispanos.
Continuar concientizando a todos los laicos en su deber evangelizador, como el mejor testimonio de caridad hacia todo migrante y como la mejor respuesta hacia el proselitismo de las sectas fundamentalistas.

También nuestra tarea comprende, además de la labor pastoral, ejercer acciones de sensibilización hacia las autoridades y de la sociedad en su conjunto a través de todos los medios posibles; atención directa de migrantes enfermos y en situación de crisis; gestión legal en materia migratoria y denuncias sobre casos de violación a los derechos humanos de los migrantes; motivar un mayor compromiso de los obispos, los párrocos y las comunidades católicas; tomar la iniciativa en la acción y ser propositivos ante los gobiernos con el fin de ampliar la cobertura de los albergues ya existentes y la instalación de otros; promover los procesos de concientización, educación, reintegración social laboral y la reflexión de los migrantes respecto a su situación personal, social y cultural; coordinar acciones con los organismos no gubernamentales de ayuda a migrantes y derechos humanos; comprometer a los laicos en las acciones de ayuda a migrantes; etc., todo ello con una clara visión teológica.

Vale la pena, también, recoger la Guía Pastoral Migratoria de las conferencias de Puebla y Santo Domingo, que nos señalaron los criterios a seguir desde la Iglesia Latinoamericana.

Opción preferencial por los migrantes porque son pobres.
Ofrecer el servicio evangelizador como exigencia de justicia.
Todos son evangelizadores y todos evangelizados.
Nueva Evangelización con la inculturación del Evangelio.
Promoción humana integral.
Cambio de las actuales estructuras económicas, políticas y sociales.
La pastoral de movilidad humana es también tarea de los laicos.
Migrar con respeto, participación e integración es un derecho: La Iglesia debe hacer un llamado a la consciencia pública.
Necesidad de una pastoral específica para los grupos de la movilidad.

Orientaciones Pastorales específicas, propuestas para la Diócesis:

Crear la Pastoral Diocesana o de la Movilidad Humana, en la Diócesis que presenten mayor flujo de expulsión, tránsito y recepción de migrantes.
Organizar centros de acogida en los polos de atracción donde, además, se brinde a los migrantes atención religiosa y asistencia legal.
Asegurar la permanente asistencia espiritual a los migrantes en tránsito y deportados.
Motivar a todos los católicos para que veamos a Cristo sufriente en cada uno de nuestros hermanos migrantes, para que estemos dispuestos a acogerlos, servirlos y atenderlos con respeto y amor.

Por último, recogemos y damos curso a la propuesta de auspiciar en México una Jornada Nacional del Migrante (litúrgica y de sensibilización) que no sea en el mes de Enero sino, de ser posible, en Septiembre, como se celebra en otras partes del mundo.

Santo Domingo 9.107.110
Santo Domingo 187