Globalización de la Economía y Ampliación de la Pobreza



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Globalización de la Economía y Ampliación de la Pobreza

Por: Benedicto Ruiz Vargas

     En su informe de 1997, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Comercio y el desarrollo (UNCTAD), revela siete características de la economía mundial que vale la pena comentar brevemente en esta exposición. La primera es que el crecimiento global ha sido demasiado "apático" para crear empleos y reducir la pobreza. Desde el principio de los noventa, el crecimiento mundial promedio no ha sido mayor al 2%, incluso fue más bajo que en los turbulentos años de los ochenta. Por otro lado, el aumento promedio del PIB ha sido del 2% en los países industrializados, pero más recientemente ha caído al 1.8%.

     Un segundo rasgo es que las diferencias entre países industrializados y en desarrollo, así como entre éstos últimos, han tendido a hacerse más amplias. Un ejemplo de ello es lo que ha ocurrido con el ingreso per cápita: mientras en 1965 el ingreso en los países ricos era 20 veces superior al de los habitantes en los países pobres, hoy esa relación es de 39 a 1.

     En tercer lugar, las disparidades sociales se han acrecentado en el seno mismo de los países. De acuerdo con la Unctad, la erosión de la clase media se ha convertido en "una característica esencial de la distribución del ingreso" entre los pueblos ricos y pobres. En cuarto lugar, por todas partes "las finanzas se han vuelto prioritarias frente a la industria, y los rentistas frente a los inversionistas". Por lo tanto, el comercio de los activos es ahora mucho más lucrativo que la producción de bienes y servicios.

     El quinto rasgo consiste en que los porductos del capital se han desarrollado en detrimento del trabajo y en favor del desempleo. El valor de la masa salarial, como parte del valor agregado dentro de la industria manufacturera, es inferior hoy en día a lo que era a principios de la década de los ochenta. En sexto lugar, las contradicciones de la rentabilidad financiera que implican la reestructuración de las empresas, la compresión de los activos y la reducción de los salarios, han generado la inseguridad en materia de empleo y de ganancias tanto en los países del norte como los del sur.

     Por último, en séptimo lugar, la diferenciación salarial entre mano de obra calificada y no calificada se ha convertido en un problema mundial(9).

      Como todos ustedes están enterados, en septiembre de 1998, con las brutales caídas de las bolsas y el declive de los mercados bursátiles en todo el mundo, arreciaron las voces de alarma sobre la inminencia de una recesión a escala mundial, pero también fue la oportunidad para los llamados de alerta y los pronósticos del fin o la retirada del capitalismo global. Hasta el multimillonario Georges Soros reclamó controles urgentes al movimiento de los capitales internacionales, a riesgo de poner en peligro la estabilidad de todo el sistema mundial.

     La conclusión de un autor como John Gray, un poco después de estos acontecimientos, consistió en reafirmar la inestabilidad inherente del capitalismo global tal y como está constituido y su incapacidad de regularse a sí mismo. "Si tomamos a la historia como nuestra guía -dice- podemos esperar que el libre mercado global pertenecerá en breve a un pasado irecuperable. Como otras utopías del siglo XX, el laissez faire global -junto con sus víctimas- será tragado por el hoyo de la memoria histórica".

     Es probable que ésta no sea más que la visión de un autor optimista, o pesimista según se quiera ver en este contexto. Sea cierta o no, hasta ahora los saldos de este mercado global en países, por ejemplo, como el nuestro no son del todo favorables. Y tampoco, evidentemente, se puede esperar a ver pasar el cadáver del neoliberalismo y el declive de las políticas del mercado global. En nuestro país ni siquiera existe una estrategia clara de integración y de competencia internacional, menos aún una agenda actualizada del proceso globalizador que permita aprovechar ventajas y localizar sus limitantes(10).

     Mientras tanto, la pobreza parece extenderse aceleradamente por toda la geografía del país. En cifras de la misma Secretaría de Desarrollo Social (SEDESO), la población en condiciones de pobreza ascendía a 50 millones de habitantes en 1998, de los cuales 26 millones vivían en condiciones de pobreza extrema. Para otros estudiosos del fenómeno, la población en pobreza pasó de 59 millones en 1994 a 70.9 millones en 1999, para alcanzar en este año 72 millones.

     No obstante las discrepancias en la medición y la magnitud de la pobreza en nuestro país, lo cierto es que las políticas públicas para combatirla se han mostrado ineficaces para incidir ampliamente en dicha situación. A manera de ejemplo, el más reciente programa gubernamental orientado como apoyo a los pobres, el Programa de Educación, Salud y Alimentación (PROGRESA), sólo alcanza a cubrir a 14 de las 26 millones de personas en condiciones de pobreza extrema, es decir, a 2.6 millones de familias. El resto, 12 millones de personas, no disponen de un apoyo más directo por parte del gobierno.

     Por otra parte, existen más de 9 millones de personas que se ubican en 25 mil localidades dispersas, la mayoría de ellas con problemas de aridez en sus tierras de cultivo, con problemas de salud, educación, nutrición y vivienda. La Comisión Nacional de Zonas Áridas, sólo alcanza a atender cerca del 40% de esta población.

     En cuanto a la población indígena, que padece de manera más aguda esta situación de penuria, el Instituto Nacional Indigenista atiende sólo al 50% de los 10 millones que viven en el país y el resto se le apoya con "por lo menos algún programa" de carácter social. Un tanto similar con lo que ocurre, por otro lado, con los jornaleros agrícolas migrantes que, según estimaciones de la Sedeso, oscilan entre 2.7 y 3.4 millones, de los cuales más de un millón son migrantes a gran escala. Del total de estos, el Programa de Jornaleros Agrícolas sólo alcanza a atender a 771 mil de ellos.

     En fín, no hace falta profundizar demasiado para descubrir que paralelamente a los esfuerzos de mayor integración económica y predominio del mercado como criterio de eficiencia en diversos ámbitos de la vida nacional, ha emergido una realidad con el sello de la exclusión y una ancestral desigualdad social. La modernización del país no ha sido equitativa.

     Desde mi perspectiva, ha faltado fuerza para impulsar y proponer políticas alternativas viables y claras, que no sólo se opongan de manera difusa a los mecanismos destructores del mercado mundial y menos a las oportunidades y cambios que vienen con la globalización. Como hemos visto, no son lo mismo. El mercado global necesita regulaciones y controles, además de la participación del Estado y la ciudadanía para evitar que los más desprotegidos sean arrollados por su fuerza. La globalización, en cambio, nos obliga a transformar nuestros propios paradigmas de estudio y aprender a entendernos con los otros, con la diversidad y con la incertidumbre de una nueva civilización.

     La globalización no nos borrará del mapa como cultura propia, pero tampoco sabremos participar en este nuevo proceso histórico-social, si no asumimos y comprendemos su configuración irreversible, sus riesgos y potencialidades.

  1. Néstor García Canclini, La globalización imaginada, Paidós, México, 1999, p.12.
  2. Octavio Ianni, La era del globalismo, Siglo XXI, México, 1999, p.156.
  3. Ibidem, p.156.
  4. Ugo Pipitone, "neoliberalismo y globalizadores", en La Jornada, 4 de noviembre de 1997.
  5. Anthony Giddens, Un mundo desbocado: los efectos de la globalización en nuestras vidas, Taurus, España, 2000.
  6. John Gray, "Falso amanecer: las desilusiones del capitalismo globalizado", en Nexos, Núm.260, agosto de 1999.
  7. Mario Vargas Llosa, "Las culturas y la globalización", en Reforma, 16 de abril de 2000.
  8. Octavio Ianni, Ibidem, pp. 26,27, 29.
  9. Para una referencia más amplia sobre el contenido del Informe, puede consultarse a Mario Moya Palencia, "Globalización: sus 7 pecados", en Excelsior, 8 de octubre de 1997.
  10. Para un análisis más amplio de las implicaciones de la globalización para México, puede consultarse el libro coordinado por Víctor Urquidi, México en la globalización. Condiciones y requisitos de un desarrollo sustentable y equitativo, FCE, México, 1997.

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February 16, 2015