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"El Riesgo de definirse así mismo en plena libertad:
Una lectura fronteriza del testimonio del hombre curado de ceguera en Juan 9, 24-34"
Víctor Carmona González(1)
Los trabajos académicos más recientes parecen estar en desacuerdo con mi argumento en cuanto a la longitud de la unidad de análisis, ya sea porque encuentran su inicio mucho antes, o simplemente porque lo analizan haciendo uso de otros paradigmas. Es interesante observar que los análisis históricos y literarios son los que aparentemente tienden a confirmar mi argumento, mientras que los socio-científicos y culturales parecen estar enfocados en otros aspectos del análisis, y por lo tanto no lo confirman (más tampoco la niegan en algunos casos). Schnackenburg, por ejemplo, presenta un comentario en el que analiza al texto de Juan 9 como una sola unidad, e inclusive argumenta que podría caber en otras partes del capítulo, aunque fue insertada en esta.(11) Aún así confirma mi subdivisión interior del capítulo noveno de Juan, en base al contenido de la forma (ver págs. 2 y 3). Para sorpresa mía, este autor hace referencia a un debate acerca de los versículos 19 a 21 del capítulo diez, en el que se cuestiona si deberían haber sido el final correcto del capítulo noveno.(12)
Talbert también está en desacuerdo con mi propuesta en cuanto a la división del texto. Su propuesta está basada en un concepto influido por Aristóteles, según el cual el primer paso para transmitir el contenido consiste en idear una historia sencilla y breve (en este caso la del Jesús joánico), y no es sino hasta un segundo paso que se agregan episodios más específicos en base a "unidades de pensamiento".(13) Para él, el Jesús joánico refleja una historia sencilla que consiste en compartir las diferentes maneras de alabar al Padre como tal de Jn 2:12 a 12:50 (más o menos el libro de los signos), mientras también desarrolla conceptos específicos de sí mismo como Agua de Vida, y Luz del Mundo (dos conceptos que el académico interrelaciona) de Jn 7:1 a 9:41.(14) Es así que el discurso del buen pastor forma, a su parecer, parte de otra "unidad de pensamiento".
V. Una lectura de primer nivel: ¿de qué se preocupan los fariseos?(15)
Una lectura de primer nivel apunta a un análisis del diálogo entre los personajes principales de Jn 9:24-34: el hombre curado de ceguera y los fariseos. Cabe mencionar, sin embargo, que aunque se encuentre ausente Jesús en este texto, está implícitamente presente, tanto por ser el tema central de la acusación (¿quién es Jesús?, ¿de dónde viene?) como por ser representado durante el proceso implícitamente (siguiendo el argumento de Dodd) por el hombre curado de ceguera. Jesús aparenta ser el acusado último. Aunado a la comparación hecha anteriormente entre el hombre ciego y el paralítico, está una observación muy interesante echa por el comentarista del Anchor Bible. Este apunta a una dinámica que confirma y profundiza la hipótesis inicial. Se encuentra activa a lo largo del capítulo nueve de Juan: el conocimiento (y por lo tanto la fe al creer en él) que tiene el hombre curado de ceguera de la naturaleza verdadera de Jesús va en aumento mientras que el de los fariseos va en disminución.(16) Esta observación hace pensar que la estructura, forma y contenido del texto marcan una progresión diametralmente opuesta que aunque culmina con el juicio de Jesús en Jn 9:39 (identificado anteriormente como el versículo central de la unidad de análisis), se decide en un desenlace de Jn 9:24 a 34.
En Jn 9:6 el ciego desconoce incluso el acto que Jesús se encuentra realizando. Es un hombre que se queda mudo, al que Jesús no le pide ni siquiera permiso para acercársele, tocarlo, y curarlo. Era, incluso, un simple objeto de curiosidad teológica de los discípulos (¿quién pecó, él en el vientre de su madre, sus padres, o sus antepasados?). En Jn 9:30-33 es, sin embargo, ya un hombre con pleno goce y uso de su dignidad, poseedor de un conocimiento mucho más profundo sobre la identidad de Jesús y por lo tanto del Padre, que los fariseos mismos, ante quienes se convierte implícitamente en su maestro. Jn 9:24 a 34 aparenta marcar de una manera impresionante la transición de este hombre, que aparece en el texto como desconocedor incluso de la mirada de Jesús y termina siendo capaz de uno de los discursos teológicos de mayor sencillez, ironía, profundidad y belleza hechos en Juan por alguien (a parte de Jesús) sobre la verdadera identidad y relación del Hijo del Hombre con el Padre. El milagro y encuentro entre Jesús y el ciego se describe en dos versículos, pero sus consecuencias van más allá. El pecado pasa a segundo plano y queda redimensionado en términos de la identidad de Jesús. El pecado pasa de ser una categoría moral sujeta (en el mundo y lenguaje juaninos) a la interpretación y por lo tanto control de las autoridades, a una categoría teológica que depende de la relación directa y por lo tanto a la libertad entre Dios y humanidad.(17)
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