Elecciones Estatales en Baja California, 2001.



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Elecciones Estatales en Baja California, 2001.

Benedicto Ruiz Vargas

Conclusiones y perspectivas.
En las elecciones estatales del 2001 en Baja California concurrieron diversos factores vinculados a las particularidades de la coyuntura política, a las condiciones y ofertas de los distintos candidatos y partidos políticos, el desgaste relativo de los gobiernos panistas, pero también están involucrados otros componentes relacionados con un fuerte escepticismo y desconfianza hacia el cambio generado por la alternancia, los partidos y la burocracia política. Todo ello no deja de ser contradictorio con los más recientes cambios que ha registrado el país a nivel nacional y en algunas regiones como la de Baja California. La atmósfera es de cambios, pero en un marco de enormes resistencias, paradojas y contrariedades. Existe una amplia franja de la población que parece transitar por otras vías, muy distantes de los partidos y de los intereses por los asuntos públicos.

El abstencionismo observado hasta ahora, con todo lo tentativo que puede resultar esta explicación, puede estar indicando que la fuerza simbólica que alcanzó a ganar la necesidad de la alternancia y el desplazamiento del PRI del poder, se está debilitando progresivamente, al mismo tiempo que los partidos en su forma actual han entrado en una de sus crisis más graves. Al percibir que los cambios generados en el marco de la alternancia no se traducen, a corto y mediano plazo, en un mejoramiento de las condiciones de vida o bien en un vínculo distinto entre sociedad y gobierno, y los frutos sólo son aprovechados por una elite que asciende al aparato gubernamental y reproduce las mismas prácticas de antaño, algunos sectores de la población disminuyen o cancelan sus intereses por participar. Los núcleos más activos se reducen a unos cuantos sectores amalgamados por intereses económicos y de negocios, junto con las ambiciones propias de las carreras políticas que construyen los cuadros más prominentes del partido en el gobierno. Es ahí, en los resquicios más profundos de estos poderes, donde se vive la efervescencia y la movilización política.

Está visto que la alternancia no es ninguna panacea ni tampoco el camino más rápido para transitar hacia otras condiciones de gobierno. En términos rigurosos, el alcance de la alternancia no puede ser más profundo. Hay condiciones históricas y sociales que no lo permiten. Sin embargo, y esto es lo más importante, tampoco la alternancia ha facilitado -por lo menos en el caso de Baja California- la generación de contrapesos importantes entre la sociedad, la instauración de nuevas prácticas políticas y, sobre todo, no ha propiciado de manera explícita la formación y el cultivo de una nueva cultura política, tanto entre los gobernantes como en los sectores sociales. El cambio se ha extraviado en nuevos estilos administrativos y en el empeño de una mayor profesionalización del gobierno, pero no ha descendido hacia los soportes fundamentales que sostienen las pautas autoritarias, la arbitrariedad y prepotencia del poder.

Es en este marco donde la indiferencia de la población puede estar incubándose, al lado de la decrepitud de los partidos y la constitución de otros espacios sociales más laxos y reproductores de otras vivencias que no -necesariamente- pasan por el ámbito estricto de la política y la participación electoral. Puede ser el rostro de una nueva sociedad civil y el germen de nuevas formas de participación, lo que al final de cuentas puede contribuir a transformar los gobiernos y a los mismos partidos. Mientras tanto, en las condiciones actuales, el abstencionismo puede constituirse en la única vía de los sectores mayoritarios.

A partir de estas últimas elecciones, las perspectivas del nuevo gobierno panista y del mismo fenómeno del abstencionismo no son totalmente claras. Lo cierto es que, dadas las líneas esbozadas hasta ahora por el titular del poder ejecutivo del estado en cuanto a sus principales políticas, más los perfiles en la conformación del gabinete de gobierno, no reflejan con puntualidad la problemática y las principales tendencias del proceso electoral. El dato del 8 de julio resultó irrelevante para el diseño de nuevas estrategias y el cambio de enfoques. Puede suceder que se produzca una nueva revitalización por el cambio a partir de un gobierno más dinámico y fiel a sus promesas, pero también puede ocurrir que bajo las concepciones del nuevo gobierno estatal se profundice el aislamiento entre la sociedad y la entidades gubernamentales, como empieza a suceder ahora. Si no hay una recuperación de la legitimidad y el aval de la sociedad, al tiempo que no surgen nuevas alternativas políticas o se recomponen las ya existentes, el abstencionismo mantendrá su vigencia.

ANEXOS





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February 16, 2015