Elecciones Estatales en Baja California, 2001.



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Elecciones Estatales en Baja California, 2001.

Benedicto Ruiz Vargas

Una comparación con otras elecciones.
Si los resultados anteriores se comparan con las dos últimas elecciones que se han realizado para gobernador, salta a la vista de inmediato cómo los votos del PAN no han superado los que obtuvo en 1989. Con la excepción del 50% que registró Héctor Terán Terán en 1995, los votos del partido se mantienen en el 49%. En realidad, desde 1989 a la fecha el comportamiento electoral del PAN en los comicios para gobernador ha mantenido una línea continua, sin elevaciones o descenso bruscos. Parecería que a lo largo de todo este tiempo los votos del partido han tendido a estacionarse, conservando una franja estable de electores entre la población bajacaliforniana. Aunque de 1995 al 2001 el PAN perdió en términos absolutos 58 mil 726 votos (equivalentes a un punto porcentual), su tendencia en el mismo techo electoral parece conservarse.

El caso contrario es el del PRI. Del 39% que obtuvo en 1989 pasó al 41% en 1995, descendiendo en estas últimas elecciones al 37%. Su caída representó una pérdida de cerca de 70 mil votos o cuatro puntos porcentuales en los dos últimos comicios. Contra lo que podría suponerse, el descenso del PRI no resulta muy significativo dado el contexto de crisis interna que ha vivido desde el año de la alternancia. Si bien tiende a bajar su votación, su porcentaje actual lo hace mantenerse como una fuerza competitiva o por lo menos relativamente cercana del partido gobernante, lo que indica que no obstante todas sus condiciones, el PRI sigue conservando una fuerte corriente de electores que se identifican con ese partido y votan por él a pesar de su progresivo deterioro político. Lo más importante, en todo caso, es que los votos que empiezan a desprenderse del PRI no estarían canalizándose hacia el PAN, ni en gran medida hacia los otros partidos más pequeños, sino -al parecer- se están refugiando en el abstencionismo.



En cuanto a la votación general para munícipes en el periodo de 1989 a 2001, se observa que el PAN ha venido disputando en condiciones un tanto difíciles las alcaldías de las principales ciudades o municipios. En comparación con otras, las realizadas este año (2001) son las que más holgadamente ha conquistado, por lo menos los municipios de Mexicali, Rosarito y de alguna manera Tijuana. En 1989 la votación global del PAN para las alcaldías alcanzó el 42%, mientras que la del PRI se ubicó en el 40%. Para 1992, la votación de ambos partidos quedó empatada en el 45%. Para 1995 la diferencia a favor del partido blanquiazul fue tan sólo de 6 puntos porcentuales y de 4 en 1998. En estas últimas, la diferencia alcanzó 10 puntos porcentuales.

Esto quiere decir que a pesar del relativo estancamiento electoral del PAN y la pérdida de votos del PRI, la disputa por las alcaldías sigue manteniendo un cierto nivel de competitividad, la cual tiende a reducirse -ciertamente- cuando el abstencionismo se eleva, como es el caso de ésta última elección. Eso es lo que puede estar explicando el margen más amplio que obtuvo el PAN durante las elecciones del 2001.



Una forma más específica de ilustrar las tendencias anteriores es analizando este comportamiento en los casos de Tijuana y Mexicali para el periodo 1989-2001. En el primer caso se observa que, con excepción de 1989, 1995 y el 2001, el resto de las contiendas electorales (1992 y 1998) se realizaron en condiciones de competencia más estrecha. El PAN gana la alcaldía de Tijuana en 1989 con una diferencia de 13 puntos porcentuales; en 1992 la diferencia se reduce a 2 puntos, para luego ampliarse nuevamente en 1995 a 13 puntos. En 1998 el margen de la victoria panista se reduce a 6 puntos, para incrementarse a 9 durante esta última elección municipal. El promedio de votación del PAN ha sido del 47% en todo el periodo, en tanto que el PRI ha mantenido un promedio del 38%, es decir, una diferencia de 9 puntos porcentuales.

En otras palabras, con la salvedad de la elección de 1989 que es cuando el PRI sufre su primera derrota en la alcaldía de Tijuana, más el caso excepcional de 1995 que es cuando Héctor Terán Terán compite por la gubernatura y contribuye a elevar los votos del partido, en el resto de los comicios municipales la competencia entre el PAN y el PRI es relativamente estrecha. En realidad, desde 1995 el PAN muestra un leve descenso en su votación, igual que en la de la gubernatura, y desde entonces no ha logrado colocarse en el mismo nivel alcanzado en aquel año. Por lo que respecta al PRI, su votación se ha mantenido estable desde 1995 y muy superior al porcentaje obtenido cuando sufrió su primer derrota. De 1995 al 2001 sólo ha perdido un punto porcentual, aunque ha venido perdiendo votos en términos absolutos.



El caso de Mexicali es completamente distinto al que presenta Tijuana durante las elecciones municipales en el periodo mencionado. Aquí las tendencias entre el PAN y el PRI son opuestas: mientras el primero muestra una línea de recuperación desde 1989, el segundo tiene una caída casi vertical desde el mismo año. En efecto, durante las elecciones de 1989 y 1992 el PRI retiene la alcaldía de Mexicali en pleno proceso de alternancia, revelándose como un bastión fundamental priísta, pero inserto en un progresivo debilitamiento electoral. En 1995 sufre su primera derrota (por lo menos reconocida legalmente) y desde entonces no da muestras de recuperación. Del 50% que conservaba en 1989 desciende al 47% en 1992, luego pasa al 44% en 1995, baja al 40% en 1998 y termina en el 35% en estas elecciones del 2001. El PAN simplemente se coloca en la tendencia opuesta, con un punto de inflexión en 1998 para luego tener una ventaja exponencial en los comicios del 2001. Su ventaja con respecto al PRI, en ésta última, es de 15 puntos porcentuales o sea cerca de 30 mil votos. De una elección a otra el PRI perdió 14 mil 242 votos, mientras que el PAN sólo ganó 6 mil 320 votos.



A diferencia de Tijuana y los municipios más pequeños como Ensenada y Tecate (que es el único que ha logrado retener), el PRI está dejando de ser una fuerza competitiva en un municipio clave como es Mexicali, al lado de Tijuana, que son hasta ahora los centros urbanos que concentran el mayor número de electores e influyen de manera decisiva en la vida económica y social del estado. En la medida en que el PAN logre ganar la gubernatura y conserve la alcaldía de Mexicali junto con la de Tijuana, el PRI puede ir siendo relegado a ser una fuerza marginal, capaz de competir en algunas coyunturas, pero sin recuperar -en términos generales- su antigua fuerza. Sin cambios de fondo como partido de oposición, se contempla un escenario difícil para el PRI como fuerza electoral.

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February 16, 2015