EL RETO CENTRAL DE LA FORMACIÓN UNIVERSITARIA



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EL RETO CENTRAL DE LA FORMACIÓN UNIVERSITARIA

Gabriel Enrique Núñez Hurtado

Colaboración :
Marisol Romero
Verona Vargas

"¿Qué dicen los maestros y administradores a los padres que tienen dudas acerca de cosas básicas, por ejemplo, acerca de cómo ayudará esta institución a mi hijo para que piense con más claridad, sea un ser humano más moral (...) o adquiera valores que le ayuden a tomar decisiones inteligentes?"
Dereck Bok

Dereck Bok expresó estas preocupaciones hace aproximadamente tres lustros, después de sus largos y fructuosos años como Rector (President) de la Universidad de Harvard. Para prologar estas reflexiones se pudo haber elegido algún otro texto, algo más cercano, incluso algún párrafo del Ideario o de la Filosofía Educativa de la Universidad Iberoamericana, tal vez acudir a los excelentes trabajos acerca de la formación valoral generados dentro del Sistema UIA-ITESO o de algún autor ligado con la tradición educativa que lo anima. Sin embargo, escogí un pequeño párrafo de quien fuera exitoso y respetado Rector de una Universidad de prestigio indiscutible, pero que no se considera ligada a una tradición educativa particular. Su afirmación me parece contundente: las cosas básicas de la tarea universitaria tienen que ver con que el alumno egrese de la institución como un ser humano más moral, con un bagaje valoral que le ayude en la tarea fundamental de la toma de decisiones.

El alumno universitario será en el futuro un tomador de decisiones, alguien cuya función principal en la vida profesional será la de elegir entre diversos cursos de acción posibles, ya sea en el ámbito de la política, la tecnología, la economía, la empresa, las instituciones, etc. Y las elecciones de esa persona egresada de la universidad tendrán efectos sobre la vida de los demás: la universidad -por lo menos una que merezca el nombre- forma hombres y mujeres con poder, es decir hombres y mujeres con capacidad para afectar las condiciones dentro de las cuales los demás podremos vivir nuestras vidas.

Es obvio que para decidir o para elegir, estos jóvenes requieren conocer de qué se trata, conocer las diversas opciones, la naturaleza de los elementos que las constituyen, el significado -impacto- y el tejido de relaciones que envuelve a cada una de ellas. Y generalmente a eso se enfoca el currículo universitario: a que el alumno domine cognitivamente un ámbito particular de la ciencia y/o de la tecnología, a que sepa descubrir la naturaleza de las cosas, de las organizaciones y los procesos sociales, y que sepa actuar sobre ellos, que esté capacitado para desarrollar modos, mecanismos, instrumentos para actuar sobre la naturaleza e influir en las personas y la sociedad.

Saber, saber hacer, decidir

Todo lo anterior es de indiscutible importancia para la conformación del currículo y la práctica universitaria. Para un universitario, el conocer el ámbito que ha elegido para definir la forma de vivir - eso que llamamos elección de carrera o elección vocacional- es no sólo una necesidad práctica, sino moral, pues la sociedad confía (confiará) en él o ella para solucionar sus problemas, para avanzar en la respuesta a sus necesidades, y confía en ella o él porque supone que sabe cómo solucionar los problemas y responder a las necesidades. Por eso, la universidad responde diseñando el contenido de lo que el universitario debe saber cómo organizar y guiar personas y procesos, conocer y manipular la naturaleza física (producir satisfactores), cuidar e incrementar el bienestar de las personas y la sociedad, incluso ayudar a la persona a entenderse a sí misma.

La universidad que no cuida el dar a sus alumnos un buen conocimiento de cómo solucionar los problemas sociales, no merece el nombre. Pero ¿basta con eso?. Frecuentemente, suponiendo que sí, la práctica de la educación universitaria tiene el riesgo de quedar reducida al nivel de la búsqueda y transmisión del conocimiento objetivo y de las soluciones técnicas a problemas planteados como técnicos: si se conoce la composición del TNT, la proporción exacta en la que se combinan sus elementos y el proceso correcto para unirlos, sin duda alguna se podrá generar una mezcla altamente explosiva. Igualmente basta el conocimiento científico y el dominio de la técnica para saber cómo generar la reacción explosiva o evitar que suceda. En otros ámbitos sucede lo mismo. Se afirma por ejemplo, que se puede conocer con certeza la forma de y los mecanismos para hacer llegar ciertos productos (satisfactores) a grupos de la sociedad que están o pueden estar dispuestos a sacrificar algo a cambio de poseerlos o usarlos. Se habla así de mercadotecnia científica, y se puede estudiar el caso concreto de la introducción de tal producto a tal mercado y explicar por qué se tuvo éxito o no.


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Posted on

February 16, 2015