Imprecisión educativa… No es posible enseñar valores en la educación formal



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Imprecisión educativa…
No es posible enseñar valores en la educación formal

Humberto Macías

La manera en que se ha intentado está destinada al fracaso, si no se vive una revolución interna del planteamiento educativo.

¿La universidad es responsable de enseñar valores a sus alumnos? Hay una pregunta previa, ¿Es esto posible?.

La respuesta requerida no es sólo didáctica o moral, sino filosófico-antropológica. Sus implicaciones no son sencillas, ni menos cómodas. Aquí se intenta esbozar una propuesta particular.

Previo: un botón que plantea la muestra, de una pregunta de fondo

Hace más de un año, tras un lamentable caso de intento de secuestro, realizado por estudiantes universitarios en Tijuana, se generó un debate periodístico sobre la responsabilidad, o no, de las instituciones educativas sobre la conducta de los indiciados. Primero, señalaron a una universidad pública y luego a otra, privada, como alma mater de los sospechosos, condenados de antemano desde las líneas de la nota roja. Resultaron alumnos de una universidad de reciente instalación en Tijuana, a la cual los noticiosos bombardearon de preguntas. El escándalo público arreció cuando funcionarios de la universidad, no aceptaron ante la prensa, ser responsables por la conducta de sus alumnos. Los habían conocido como estudiantes de buen nivel. No podían afirmar sobre ellos más que eso.

Poco después se intentó señalar a otro joven, implicado en un caso similar, como alumno de la Universidad Iberoamericana. Nunca se supo si la afirmación provino del interrogado o de los periodistas deseosos de encabezados atractivos. La institución mostró que realmente no había relación alguna entre ambos. Incluso se pidió al periódico una aclaración explícita del error. Ésta apareció tiempo después, perdida y casi irreconocible, entre las líneas de comentarios noticiosos de otros temas.

Es imposible predecir cómo o cuándo surgirán de nuevo casos del mismo tenor. Sucede en cualquier familia universitaria. La violencia y los actos ilícitos trascienden las clases sociales y la formación académica. Por supuesto, es más periodístico cuando los responsables son alumnos de universidad. El asunto trasciende ante la opinión pública, con un cuestionamiento más de fondo.

Queda la sensación de que la educación está fallando. ¿Se debería hacer algo para "garantizar que no pasara más"?. Enseñar valores, se opina como una solución lógica y necesaria. Pero ¿qué puede hacerse para buscar una solución de fondo y no accesoria? ¿El asunto se arregla implementando "clases de valores" que introyecten en los alumnos actitudes correctas?

Esta intención, muy difundida recientemente entre algunas tendencias educativas, de hablar de instrucción en valores, tiene mucho auge y popularidad en la opinión pública, pero ¿realmente tiene algún efecto? ¿Es la única responsabilidad de la universidad? ¿Cómo se explica este fenómeno humano y educativo? ¿Cómo plantearlo para que sea una respuesta de fondo?

La afirmación sumaria: no se pueden enseñar valores

Suponerlo es ingenuo, indica ignorancia de la psicología y condición humana, y una responsabilidad indirecta en lo que se quiere evitar.

Si bien es cierto que la institución educativa no puede responder por los actos deliberados de sus alumnos, que son jóvenes adultos, bien puede ocasionar parte de la situación si plantea erróneamente su oferta formativa.

Que no haya ingenuos para que no haya desencantados. Sermonear masivamente a los alumnos con una hora semanal de pasajes moralizantes, terminará bloqueándolos a ellos y desgastando las palabras hasta que queden inservibles. La universidad se lavará las manos ante la sociedad, pero el problema seguirá presente. El enfoque actual, meramente discursivo y unilateral, está desorientado. La reactividad juvenil, por la que todos pasamos, garantiza el inicio de su fracaso. Pero no es cuestión de disfrazar la instrucción de valores para que no sea rechazada, sino de comprender profundamente cómo el ser humano construye su estructura moral, para plantear una educación apropiada.

La propuesta: sondear el fundamento del deseo y la decisión humana libre, para estructurar el proceso educativo

La extensión del presente escrito no permite un análisis antropológico formal y riguroso, pero se muestran algunos botones que permiten intuir la profundidad y constitución del iceberg presentado. Sobre todo para intuir las líneas principales de una apuesta educativa que supla al intento de enseñar valores .

Es falso repetir y repetir que ya no hay valores. Mientras haya seres humanos habrá valores. No los mismos, ni en el mismo orden que los priorizamos nosotros, pero siempre se dará valor a lo que se desea más profundamente.

El orden de los factores sí altera el producto: No se desea lo que se valora, sino se valora lo que se desea . Si se entiende esta prioridad inversamente, estaremos "poniendo el corcho, antes que la sidra, en la botella".

No uso abrigo porque éste sea "bueno", sino que el deseo de huir del frío me motiva a cargar y cuidar mi prenda todo el día. La valoro. Cada situación particular, que cuestiona mi existencia, despierta mi deseo más profundo (sobrevivir) y ello deriva en valorar los medios que me prometen realizar ese anhelo. Pero la fibra de lana que me salvó la vida en la Rumorosa, puede ser mortal si la uso en medio del desierto del Vizcaíno, bajo un sol a plomo. Tanto en lo cotidiano como en las mediaciones existenciales, no hay valor absoluto y universal para cualquier situación. Cada quien tiene que buscar su valor absoluto.


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Posted on

February 16, 2015