La pobreza desde la perspectiva de los estudios de migración



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La pobreza desde la perspectiva de los estudios de migración

Benedicto Ruiz Vargas
Investigador UIA-Noroeste

ENFOQUES PREDOMINANTES EN LOS ESTUDIOS DE MIGRACIÓN

     Existe una gran coincidencia entre los estudiosos del tema en identificar dos enfoques teóricos predominantes en los trabajos sobre las migraciones internas, sobre todo a partir de los años sesenta. El enfoque de la modernización, cuyo exponente más destacado ha sido Gino Germani y, por otra parte, el enfoque llamado histórico-estructural, desarrollado por varios autores en América Latina como reacción a las explicaciones del primero y en concordancia con la teoría de la dependencia, entonces dominante en el campo de las ciencias sociales en la región.

En esta agrupación se deja de lado una corriente -denominada de carácter individualista- que concibe al individuo como la «unidad actuante» de los procesos migratorios, observando el proceso de migrar como una decisión que el individuo toma con base a un cálculo de costo-beneficio, o bien como una inversión en capital humano. Son representativos de esta posición el economista Larry Sjaastad y el demógrafo Donald J. Borgue3.

Este último afirma lo siguiente: «Mientras la teoría de la expulsión-atracción tiende a considerar al individuo como el equivalente de una bola de billar, que es puesto en movimiento por factores externos, la teoría de costo beneficio considera que el migrante se pone en movimiento o permanece inmóvil por sí mismo, después de evaluar las fuerzas externas y de interpretar sus implicaciones para su bienestar...realísticamente refleja el conjunto de cálculos que realiza un migrante potencial para llegar a la decisión de migrar o permanecer en su lugar de origen».

Borgue elaboró una matriz de costo-beneficio y con factores prototípicos de la movilidad, principalmente para estudiar los desplazamientos poblacionales en los países industrializados, en que la migración fue vista como simples movimientos de una ciudad a otra, o como un acto puramente «circulatorio» de poco impacto tanto en la comunidad de origen como en la de destino.

Varios autores identifican esta postura con el enfoque de la modernización o, por lo menos, encuentran ciertas variables análogas, de ahí que muy a menudo no se hagan muchas distinciones entre una y otra.

Sin embargo, Germani fue contrario a la teoría de los factores de expulsión y atracción para explicar el proceso migratorio. Si bien no descartaba la utilidad de dicho planteamiento, reconocía el riesgo de la simplificación al establecer un equilibrio mecánico entre fuerzas impersonales externas. «Al mismo tiempo -señalaba-, parece dar demasiado énfasis a las motivaciones racionales o instrumentales, sin tener en cuenta la posible complejidad del proceso psicológico que da lugar a la decisión de irse o de quedarse»4.

En la propuesta conceptual de Germani se ordenan una serie de tópicos para ser considerados en el estudio de cómo y por qué se trasladan los migrantes y cómo se adaptan. Sugiere la conveniencia de distinguir tres niveles de análisis: el nivel objetivo, el normativo y el psicosocial. En el primero se refiere a los factores que comúnmente se denominan de «impulso-atracción», y que permiten el acceso o la comunicación entre el lugar de origen y el de destino. El nivel normativo -como su nombre lo indica- está constituido por las normas, creencias y valores del lugar de origen de donde parte el migrante, y es ahí donde pueden encontrarse las razones que facilitan o dificultan la migración, pues constituye el contexto de evaluación de las razones objetivas. Bajo el tercer nivel se estudian los intereses y expectativas que tienen los individuos para migrar.

Para Germani, estos tres procesos no se dan, necesariamente, asociados o de manera simultánea en un mismo individuo o en un mismo grupo de migrantes.

En alguna otra parte, sin embargo, Germani hace un planteamiento contradictorio con sus formulaciones más importantes, haciendo descansar buena parte de su explicación en los factores psicológicos. Dice: «En cualquier caso, directa o indirectamente, el nivel psicológico está implicado, y el modo en que son afectadas las actitudes individuales condiciona precisamente no sólo la decisión de migrar sino el carácter de la migración y el comportamiento ulterior del migrante en la sociedad recipiente»5.

Como es sabido, Germani aborda el fenómeno de la migración como un proceso inscrito en el marco de la industrialización y modernización de las economías, registrándolo como parte de la «movilidad social» que se desata en las sociedades supuestamente en tránsito. De ahí que su preocupación central se reduzca a estudiar prioritariamente las motivaciones que tiene un individuo para migrar, los rasgos del migrante y las formas o características que asume en su proceso de inserción en las zonas urbanas. Todo ello enmarcado en los tres procesos que Germani identificaba, por los años sesenta, en el paso de una sociedad tradicional a una moderna: el de urbanización, secularización y desarrollo económico.

En palabras de Lourdes Arizpe, el enfoque de la modernización «explica por qué se dan ciertas regularidades en cuanto el tipo de individuos que realizan la migración, nos habla del contenido de la migración, pero no puede explicar por qué la migración ocurre como fenómeno masivo, en etapas históricas particulares en ciertos países».

«Podría argumentarse -sigue Arizpe-que la parte más general de la teoría de la modernización, la que se refiere a la difusión de valores y actitudes modernas a través de nuevos medios educativos y de comunicación, ayudaría a aclarar el carácter masivo de la migración. Sin embargo, no logra explicar entonces por qué ciertas comunidades y ciertos grupos sociales son más propensos que otros a aceptar estos cambios. Por su alto nivel de abstracción, tampoco permite entender por qué hay migración tanto en regiones atrasadas como en regiones modernas; por qué existen distintos tipos de migración, como por ejemplo, la temporal y la estacional, ni por qué se registra un alto índice de subempleo entre los migrantes en América Latina»6.

En suma, desde un punto de vista teórico seguiría sin resolverse, de acuerdo con Arizpe, la relación entre las causas de la migración y las motivaciones individuales para migrar.

Si bien el enfoque de Germani fue duramente criticado en algunos países de América Latina, no por ello dejó de tener influencia en varios estudios sociológicos y las ciencias sociales en general durante los años sesenta. Sobre todo su modelo dicotómico de dos sociedades ideales: la tradicional o folk y la urbana, industrial y desarrollada, muy cercana de las conclusiones de Durkheim, Redfield, Moore y Parsons, entre otros.

De acuerdo con Sara Sefchovich, «la concepción de la sociedad dual en los países subdesarrollados se convierte en un dato permanente en los estudios sociológicos. Pronto se empieza a señalar la existencia de un colonialismo interno cuya naturaleza y efectos se aproximan a los del colonialismo tradicional y que se manifiestan en las relaciones de dominio y explotación entre grupos de cultura heterogénea en el interior de una nación políticamente independiente... Las categorías de la sociedad dual, del colonialismo interno y del imperialismo les parecieron útiles a los sociólogos para explicar el desarrollo desigual desde una perspectiva social, y en ella se basaron los más importantes estudios de la época...»7
Ahora, con respecto al segundo enfoque que hemos mencionado, el histórico-estructural, es pertinente referirnos a los planteamientos elaborados por uno de sus mayores exponentes: Paul Singer, quien en réplica al esquema de la modernización dará cuerpo a uno de los pensamientos más influyentes en América Latina para estudiar el fenómeno de las migraciones internas y el desarrollo histórico de las naciones.

Un resumen útil, antes de abundar en sus formulaciones, nos lo proporcionan De Oliveira y Stern8: a) La migración debe ser analizada como un proceso social interrelacionado con otros procesos globales; concretamente, con los de industrialización y urbanización; b) el análisis debe ser históricamente referido, con el objeto de establecer cómo se han configurado los procesos migratorios; c) las causas de la migración deben ser buscadas no únicamente en los análisis de los lugares de origen y destino, sino que deben ser analizados además con el contexto regional en el que ocurren; d) conviene analizar cómo una estructura de clases y de dominación determina, por ejemplo, las decisiones de política económica, tanto pública como privada, lo cual condiciona a su vez los flujos migratorios, sus causas, dirección, volumen y selectividad, así como su impacto sobre la estructura de clases del lugar de destino y origen; e) por último, es importante analizar los efectos políticos del proceso migratorio, vía la modificación de la configuración de las clases sociales y las consecuentes alteraciones en su acción política.

En efecto, Singer, en una propuesta contraria a la teoría de la modernización que subraya las motivaciones y el marco psicosocial para entender los procesos migratorios, relevará los aspectos macro-sociales (o estructurales) y el estudio de las clases sociales como una parte medular de su propuesta teórica, muy arropado -por lo demás- en la carga teórica del marxismo y las teorías de la dependencia que, para entonces, eran preponderantes en los estudios de América Latina.
Para decirlo de manera esquemática, Singer contempla el proceso de las migraciones internas como una readaptación de la población o de la fuerza de trabajo a los movimientos espaciales de las actividades económicas, las cuales, a su vez, responden a las exigencias técnicas de la producción industrial. En los moldes capitalistas, esta transferencia que implica el proceso de industrialización, tiende a favorecer sólo algunas regiones en cada país, «vaciando a las demás».

Desde este punto de vista, «la creación de desigualdades regionales puede ser vista como el motor principal de las migraciones internas que acompañan a la industrialización de moldes capitalistas»9. Los factores de expulsión pueden ser de dos órdenes, de acuerdo con Singer: factores de cambio, que se derivarían de la introducción de relaciones de producción capitalistas en ciertas áreas, expulsando o destruyendo otras formas productivas; y, por otra parte, los factores de estancamiento que provienen de una creciente presión poblacional sobre la disponibilidad de áreas cultivables.

En este caso, son los factores de expulsión -según el autor- los que definen las áreas desde donde se origina el flujo migratorio, «pero son los factores de atracción los que determinan la orientación de esos flujos y las áreas a las cuales se destinan. Entre los factores de atracción, el más importante es la demanda de fuerza de trabajo». Esto permite concluir a Singer que «las migraciones derivadas de la industrialización actual de los países no desarrollados constituyen fenómenos históricamente condicionados, cuyas manifestaciones concretas dependen de las condiciones específicas en que se da esa industrialización»10.

Frente a los enfoques que enfatizan al individuo o la familia como unidades actuantes en el proceso migratorio, junto con los instrumentos que se utilizan en la recolección de información a partir de estas entidades, el autor citado se pregunta: «¿en qué medida el migrante es capaz de reproducir los motivos que lo llevaron a adoptar la decisión de migrar?. Lo más probable -agrega- es que la migración sea un proceso social, cuya unidad actuante no es el individuo sino el grupo. Cuando se desea investigar procesos sociales, las informaciones recogidas con base individual conducen, la mayoría de las veces, a análisis psicologizantes, en los cuales las principales condiciones macrosociales son desfiguradas cuando no omitidas. En el caso específico de las migraciones internas, el carácter colectivo del proceso es tan pronunciado que casi siempre las respuestas de los migrantes caen en sólo dos categorías: 1) motivación económica (búsqueda de trabajo, mejores condiciones de vida, etc.) y 2) para acompañar al esposo, a la familia o algo por el estilo»11.

A pesar de su aparente consistencia y del vuelco que representó el enfoque histórico-estructural en los estudios de las disciplinas sociales, sus críticos pronto encontraron como una de sus mayores debilidades la dificultad de «operacionalizar» algunos conceptos y categorías fundamentales. De Oliveira y Stern, por ejemplo, se refieren al enfoque de la modernización y al histórico-estructural como «la investigación sin teoría y la teoría sin investigación», respectivamente. Para otros, ambos enfoques serían la suma de desencuentros entre el énfasis en los niveles de análisis micro y macrosociales12, o bien la falta de mediaciones suficientes entre las causas estructurales del fenómeno migratorio y las motivaciones a nivel individual, aspecto que sólo aparece tangencialmente indicado en el marco de Singer13.

Para otros analistas, algunas debilidades del enfoque histórico-estructural provendrían de su marcado carácter contestatario que lo llevó a alejarse de sus premisas básicas, pero también a la forma en que muchos estudiosos lo asumieron, empleándolo de manera mecánica y rechazando la búsqueda de intermediaciones entre la dimensión estructural y la conducta individual de los migrantes14. Este sesgo interpretativo no sólo condujo a olvidar el planteamiento original de Singer de referir el análisis a situaciones históricas concretas, sino que las sustituyó por grandes generalizaciones y vaguedades por quienes dijeron suscribir este enfoque.

Hirán Hernández lo ejemplifica así: «Mediante la relación directa entre modos de producción y conductas migratorias no puede explicarse, por ejemplo, la existencia de estructuras familiares diferentes en modos de producción semejantes, y viceversa; o bien, cómo explicar distintas conductas migratorias en un mismo estrato social... No ha bastado, entonces, con visualizar una relación entre conducta migratoria y grandes estructuras sociales, ya que ello, por sí mismo, no significa una vinculación orgánica y sistemática entre los dos niveles; por lo tanto, no son suficientes los intercambios ocasionales de información entre los estudios de uno y otro nivel, lo que Mertens llama el «paralelismo infructuoso»15.

Otras debilidades que encuentra el autor citado en los estudios que se enmarcan en el enfoque estructural, se refieren a las imprecisiones con las cuales se define muchas veces el término de «contexto social» que, desde ésta perspectiva, determinaría las conductas y los flujos migratorios. La idea de que el contexto social -sostiene el autor- determina la conducta individual no deja de ser una hipótesis vagamente formulada, ya que suelen no ofrecerse elementos aclaratorios de cómo, en qué grado y a través de qué instancias ese contexto ejerce su influencia (¿a través de la familia, la fábrica, la religión, la escuela, etc.?)16.

Por último, el mismo autor habla del «prejuicio teórico» que suele encontrarse en estos enfoques en torno a los procedimientos y técnicas para hacer investigaciones empíricas, identificando a éstas automáticamente con el enfoque de la modernización u otros planteamientos formales o estáticos.

En realidad varias de estas observaciones han sido plenamente válidas para las tendencias que asumió el enfoque mencionado en décadas anteriores. Sin embargo, para la década de los setenta, y ya avanzado el decenio siguiente, es difícil seguir sosteniendo que la perspectiva histórico-estructural se haya mantenido en los reflejos mecánicos de las explicaciones globales. Una gran diversidad de estudios en México y seguramente en otros países de América Latina, reflejará con mucha claridad un proceso de búsqueda y cuestionamiento, distanciándose en algunos casos y, en otros, profundizando los aportes teóricos del enfoque reseñado.

Lo importante, en todo caso, es subrayar una conclusión evidente: en la búsqueda de una preeminencia conceptual para explicar los determinantes del fenómeno migratorio, así como su impacto de carácter social, se abrió un abismo entre varios niveles de análisis, parcelando el esfuerzo interpretativo y soslayando -frecuentemente- la complejidad de un problema de múltiples raíces y diferencias históricas. Lo que se vio como irreductible o antagónico, se reveló al final como parte de un proceso fuertemente interrelacionado, lo mismo que ha sucedido con otros fenómenos de la realidad social.



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February 16, 2015