La pobreza desde la perspectiva de los estudios de migración



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La pobreza desde la perspectiva de los estudios de migración

Benedicto Ruiz Vargas
Investigador UIA-Noroeste

EL CONCEPTO DE MARGINALIDAD

     El debate entre estos enfoques teóricos no va a concluir, sin embargo, con la explicación de los factores determinantes de los procesos migratorios. Otra parte neurálgica la va a constituir las consecuencias que acarrean los migrantes en su desplazamiento, principalmente hacia las grandes ciudades. Es, a final de cuentas, la parte que más interesa o se relaciona con el objetivo de este trabajo.

Regresemos a Singer para ubicar en su justa dimensión el problema. Hablando desde la perspectiva de los años setenta, el autor sostenía que «gran parte de los actuales estudios es motivada por la preocupación de la incapacidad de la economía urbana de absorber, en plazo corto, la fuerza de trabajo de los migrantes. El surgimiento de poblaciones marginales... en prácticamente todas las ciudades de América Latina... ha llevado a muchos investigadores a encarar las migraciones como un fenómeno social nefasto, cuyas dimensiones es necesario reducir para poder empezar a solucionar la problemática suscitada por ellas»17.
En efecto, por aquellos años -y todavía en la actualidad- se responsabilizó a los flujos migratorios del crecimiento explosivo de las grandes ciudades y, con esto también, la aparición de los problemas como el desempleo, el subempleo, la carencia de servicios y vivienda, los trabajadores «informales» y, por supuesto, la extensión y crecimiento de los «marginados», cuya imagen quedó asociada al migrante rural empobrecido que llega buscando mejores condiciones de vida a la urbe.

No obstante esta asociación, el concepto de marginalidad nació bajo otra connotación, referida principalmente a los roles económicos en una determinada estructura industrial -dando cuenta ya sea de la carencia o falta de participación e integración a los moldes del mercado-, mientras que el de la pobreza alude directamente a una dimensión cuantitativa (escasez de ingresos). Más ampliamente, el concepto de marginalidad fue procesado en los marcos de la teoría de la dependencia (que en realidad se elabora como una contrapropuesta de la noción de marginalidad provenientes de los estudios de ecología urbana) que, como es sabido, intentará explicar el fenómeno de acuerdo a las características del proceso de desarrollo económico de los países latinoamericanos, principalmente.

La idea central de esta teoría es subrayar el carácter dependiente de las economías periféricas o subdesarrolladas con respecto a los países centrales afirmando que, mediante esta relación, las economías más industrializadas extraen las materias primas que luego son transformadas en productos manufacturados que regresan al mercado de los primeros. Esta situación crea una relación de dependencia que el progreso económico, desigual entre la metrópoli y sus mercados, no logra atenuar. Así, el subdesarrollo sería precisamente ese proceso de marginalización de los países periféricos en relación al crecimiento acelerado de las economías centrales.

Esta misma relación se daría al interior de cada nación subdesarrollada, en donde los polos más dinámicos o modernos se concentrarían en las grandes urbes, mientras que los otros sectores como el agrario o el artesanal quedarían marginados de la economía nacional, desvalorizando ese tipo de ocupaciones frente a las actividades industriales18.
Así, de manera más específica, «dependencia es, por lo tanto, un concepto que da cuenta, al mismo tiempo, del cambiante sistema de relaciones entre los varios niveles de desarrollo del modo de producción capitalista y del carácter derivativo que, respecto de este sistema de relaciones, asumen las leyes históricas que gobiernan el modo de estructuración de las relaciones de producción»19.

Bajo este lenguaje peculiar y en este contexto, el concepto de marginalidad «da cuenta de la manera indirecta, fragmentaria e inestable de inserción, a que crecientes segmentos de la población son sometidos, en las tendencias que el modo de producción capitalista asume como dominantes, y, por consecuencia de lo cual, esos segmentos pasan a ocupar el nivel más dominado del orden social»20.

En la perspectiva de la teoría marxista clásica, los autores en esta línea buscan complementar o reemplazar la categoría de ejército industrial de reserva para dar cuenta de las formas particulares que asume en la región latinoamericana la organización del mercado laboral y el proceso de acumulación. Ahí, dicha categoría se entiende como aquella proporción de trabajadores que quedan fuera de la actividad productiva como resultado de los desequilibrios de la producción y el mercado de trabajo, o de los ciclos depresivos del capitalismo. Su tendencia sería la de incorporarse una vez que el sistema vuelve a la estabilidad.
Para los dependentistas, sin embargo, esta situación tiende a modificarse con la introducción de la tecnología, lo que obliga a redefinir el papel de la mano de obra no incorporada. En la visión de Quijano, por ejemplo, la función de «reserva» que cumplía en el régimen de producción capitalista clásico el ejército industrial de reserva, no puede ser desempeñada ya por la nueva mano de obra sobrante, pues mientras aquel estaba en «reserva» para ser incorporado al proceso productivo apenas fuera necesario..., la mano de obra sobrante de hoy no tiene ya ninguna posibilidad de ser nuevamente incorporada a la producción, pues la capacidad productiva del sistema tiende a residir ahora en medios enteramente técnicos21.

A partir de esta nueva situación habría una superposición entre ejército industrial de reserva y mano de obra sobrante en un mercado regido por la revolución tecnológica. Por lo tanto, de acuerdo con estas ideas, ambos deberían ser considerados fenómenos de naturaleza y significación histórica distinta, siendo correcto caracterizar a esta mano de obra sobrante como «mano de obra marginalizada» que, en la tendencia de la tecnologización, deberá tender a aumentar su volumen.

Este conjunto de ideas serán tratadas también por otro autor influyente en la discusión sobre la marginalidad. En efecto, José Nun propondrá la categoría de «masa marginal» en un intento por rearticular las nociones del marco teórico marxista de superpoblación relativa y ejército industrial de reserva. Para él, ambas serían análogas, pues «mientras el concepto de ejército industrial de reserva corresponde a la teoría particular del modo de producción capitalista, los conceptos complementarios de población adecuada y superpoblación relativa pertenecen a la teoría general del materialismo histórico»22. En otras palabras, una y otra categoría explicarían algo semejante, pero en condiciones históricas distintas del capitalismo. La masa marginal correspondería, así, a una fase monopolista del capital.

Nun define este concepto de la siguiente forma: «Llamaré masa marginal a esa parte funcional de la superpoblación relativa. Por lo tanto, este concepto -lo mismo que el de ejército industrial de reserva- se sitúa a nivel de las relaciones que se establecen entre la población sobrante y el sector productivo hegemónico. La categoría implica así, una doble referencia al sistema que, por un lado, genera este excedente y, por otro, no precisa de él para seguir funcionando»23.

Singer, por su parte, también examina la «marginalización» desde este encuadre teórico y a partir de la dinámica de funcionamiento del capitalismo. Quizás con menos matices y rebuscamiento que los otros, ubica los desplazamientos de población dentro de esta perspectiva. De esta forma dice: «Para no perder de vista el significado de las migraciones en el proceso de desarrollo, es necesario evitar el error de considerar la migración como una simple transferencia de personas de sectores no capitalistas rurales y otros sectores no capitalistas urbanos. Esa transferencia constituye una etapa, necesaria en las condiciones capitalistas, de la integración de la población a la sociedad de clases».

«Sería importante -agrega- investigar esos mecanismos de transferencias y su relación con las migraciones. Una hipótesis probable es que la llamada «terciarización» de las grandes ciudades latinoamericanas es la manifestación más obvia de la expansión de esos mecanismos».

En ese sentido, las migraciones en dirección a los grandes centros urbanos, más que productos de la «terciarización», deben ser vistas como su causa, «en la medida en que ésta crea condiciones de supervivencia en el medio urbano para quienes no logran integrarse a la economía capitalista»24.

Sería imposible dejar pasar las críticas que en uno y otro momento recibieron todos estos planteamientos. Para decirlo de manera rápida, la más importante cuestiona la relación (mecánica) entre dependencia y marginalidad. Segundo, lo que los autores tienden a identificar como un fenómeno nuevo y propio de los países latinoamericanos, para otros serán simple y llanamente la expresión inherente a la dinámica y naturaleza del funcionamiento del capitalismo. Ese rasgo tendrían, precisamente, las categorías de Nun y Quijano -por ejemplo- que derivan esas nociones de su concepto de dependencia.

La causa de la marginalidad en los países de América Latina se encuentra en las mismas tesis dependentistas, según Marco A. Michel, «cuando señalan el sustrato capitalista de la formación social latinoamericana; pero, al hablar con énfasis, erróneamente, de uno de sus elementos característicos, aunque no determinante, desvían la explicación de los orígenes y causas fundamentales del problema»25.

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February 16, 2015