La pobreza desde la perspectiva de los estudios de migración



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La pobreza desde la perspectiva de los estudios de migración

Benedicto Ruiz Vargas
Investigador UIA-Noroeste

¿NUEVAS TEORÍAS?

     A partir de este rápido recorrido que se ha realizado hasta aquí por los desarrollo teóricos que han servido de marco para los estudios sobre la migración en México, es posible apreciar cómo a partir de los años ochenta los paradigmas dominantes en décadas anteriores dejaron de tener vigencia entre los estudios de las ciencias sociales y, en particular, en este campo de la investigación. La explicación puede parecer muy simple, pero es al mismo tiempo compleja. El esfuerzo conceptual y analítico de los sesenta y setenta, pese a su riqueza categorial e influencia en el análisis social, produjo grandes generalizaciones que, en un contexto de cambio y transformaciones vertiginosas de la realidad regional, fueron insuficientes para explicaciones más profundas de los fenómeno sociales.

Esta debilidad explicativa coincidió, por lo demás, con una reorientación de los propios centros de estudio que buscaron responder a las exigencias de un entorno nuevo o distinto, pero al mismo tiempo ajustarse a las condiciones de restricción y angostura que la crisis social -a principios de los ochenta- impuso en varios órdenes de la vida social y política del país. Muchas áreas de investigación y estudio, sobre todo aquellas más ligadas al trabajo de interpretación teórica en las ciencias sociales, sufrieron serias bajas en este nuevo contexto, o bien fueron sustituidas cada vez más por otro tipo de preocupaciones de corte más operativos.

Todavía no hay un balance en México de lo que ha representado todo esto, pero hay dos cuestiones que pueden apuntarse. Primero, la crisis de los enfoques teóricos dominantes permitió o ha permitido romper un conjunto de certezas que, a la postre, terminaron por paralizar el desarrollo conceptual de los estudios sociales en nuestro país, o mantenerlos en un nivel muy amplio de generalización. Sin embargo, como segundo punto, a la vez que esto significó una gran oxigenación en el cuerpo de las ciencias sociales y la apertura a nuevas miradas analíticas, así como el contacto y la relación interdisciplinaria, también ha generado un gran vacío en el desarrollo conceptual en el campo de la investigación de las ciencias sociales.
Durante la década de los ochenta y lo que va de la actual, los estudios sobre migración, por ejemplo, no han dejado de producir resultados que han sido fundamentales tanto para el diseño de políticas y alternativas más específicas frente a los problemas de la realidad, como para entender los intersticios y componentes más desagregados de fenómenos como la migración, interna o internacional. Sin embargo, de esto a un desarrollo conceptual hay una distancia enorme, sobre todo si se piensa en nuevas categorías y desarrollos conceptuales más estructurados, capaces de trascender la coyuntura y la superficie de los fenómenos.

En el campo que se ha abordado aquí se observa con mucha claridad esa etapa, digámoslo así, de transición en que parecen moverse las ciencias sociales en nuestro país. Las viejas categorías ya no dan cuenta de las nuevas realidades, pero en varios estudios se recrean como trasfondo del análisis, engarzándose a nuevas interpretaciones que tienen un carácter tentativo, a veces vacilante, y cuyos soportes pueden variar de un día para otro. La incertidumbre de los cambios de la realidad social, sin duda alguna también han permeado a las ciencias sociales, quizá para su propio bien.

Aunque en los estudios sobre migración se aprecian nuevas tentativas y aportes múltiples en la comprensión del fenómeno, en realidad entre los más destacados se observan vinculaciones con los enfoques que dominaron la década de los setenta. Una apreciación más justa, probablemente, es que el enfoque histórico-estructural no fue abandonado totalmente, sino enriquecido y abierto a nuevas indagaciones, a nuevos datos y cortes metodológicos que el mundo de las certezas había impedido construir. Ese sería el signo peculiar durante las últimas dos décadas.

Para cerrar quizá valga la pena citar a un autor con las mismas preocupaciones en otro campo, pero con la misma validez para las ciencias sociales. Dice García Canclini: "Creo que los estudios culturales pueden librarse del riesgo de convertirse en una nueva ortodoxia fascinada por su poder innovador y sus avances en muchas instituciones académicas, en la medida en que encaremos los puntos teóricos ciegos, trabajemos las inconsistencias epistemológicas a las que nos llevó movernos en las fronteras entre disciplinas y entre culturas, y evitemos "resolver" estas incertidumbres con los eclecticismos apurados o el ensayismo de ocasión a que nos impulsan las condiciones actuales de la producción «empresarial" de conocimiento y su difusión mercadotécnica»76.



CONCLUSIONES
  1. En referencia al enfoque teórico que ha sido utilizado en México para estudiar los procesos migratorios, el de carácter histórico-estructural ha mostrado sus frutos cuando, sobre todo, ha escapado a ciertos mecanicismos derivados del análisis globalizante cuya matriz puede localizarse en una mala interpretación de los autores clásicos. Su aporte central -el de un análisis sociohistórico y particular de la realidad latinoamericana, así como de las modalidades en los patrones de crecimiento de la economía regional-, sigue siendo hasta ahora una de las referencias teóricas más consistentes entre diversas perspectivas de estudio.
    La revisión bibliográfica que se ha realizado en este trabajo resalta la importancia de continuar en la búsqueda por establecer mayores vínculos con otras vertientes analíticas, incluida la que se deriva del planteamiento de la modernización o que enfatiza como motor en los desplazamientos poblacionales la parte subjetiva de los individuos o los grupos sociales. Dicho en otros términos, debe insistirse en esa interrelación dinámica entre la «macroestructura» que a menudo queda como un simple referente y, por otra parte, el mundo vivencial de los individuos que no siempre actúan como un simple reflejo de aquella.
  2. Aunque muy frecuentemente el debate teórico ha resultado esterilizante -quizá como resultado de las propias condiciones en que las ciencias sociales se han abierto paso en realidades como las latinoamericanas-, es evidente que no sólo no se puede dejar de lado sino que, por el contrario, debe insistirse en fortalecer sus premisas y marcos conceptuales. La diferencia con años anteriores debería ser su persistente preocupación por encontrar puntos de encuentro y de retroalimentación con la investigación empírica que -como se ha visto-, cuando caminan separadas conducen a los clásicos extremos del empirismo y el teoricismo, ambos poco útiles para dar cuenta de la compleja realidad mexicana.
  3. Estos esfuerzos, visibles ya en México pero relativamente recientes, han aportado un buen número de elementos para sostener con cierta seguridad, por ejemplo, el papel clave que juega el modelo de crecimiento o de industrialización en la movilidad de la fuerza de trabajo, así como los impactos que genera en otras escalas, como son las economías campesinas, permitiendo conceptualizar los procesos migratorios como el resultado de estas interrelaciones. Desde el punto de vista heurístico, ha resultado fundamental ubicar las migraciones internas como parte de un proceso histórico social, que afecta de manera prioritaria a grupos sociales (o clases) y no a individuos aislados entre sí.
  4. En paralelo a estas conclusiones, la riqueza analítica que han aportado los trabajos más específicos o los estudios de casos, ha servido -entre otras cosas- para depurar la perspectiva macrosociológica e identificar, ya sea elementos mediadores o bien nuevas propuestas de interrelación para localizar el origen más depurado del fenómeno migratorio. Así, en los determinantes de la migración, la propuesta de vinculación entre varios niveles de análisis (que incluye lo regional, nacional, hasta lo más comunitario), la especificidad de las políticas estatales y el desarrollo histórico particular de cada zona, resulta un enfoque capaz de rendir mejores frutos.
  5. Como se ha visto, otra conclusión pertinente es aquella que establece la selectividad y diferenciación en los flujos migratorios, principalmente los de origen rural-urbano, donde no necesariamente existe una relación directa entre la emigración y la pobreza, o en general de las condiciones de vida de los que deciden abandonar sus lugares de origen. En este proceso intervienen, además de estas causas generales, factores como la edad, la existencia de redes sociales, la dinámica y composición de la familia y las formas particulares que las crisis o los procesos sociales más amplios afectan a los grupos y unidades domésticas. La migración, por lo tanto, es un fenómeno complejo y cambiante en el tiempo, así como en su territorialidad, lo que no elimina que sean los grupos más en desventaja social los más afectados.
  6. Esta necesidad de buscar mediaciones que escudriñen la complejidad del proceso, es válida también para estudiar las características y peculiaridades de la incorporación de los migrantes en los mercados laborales. En este trabajo se ha visto que tampoco en este caso existe una relación causal entre el crecimiento de los servicios personales o el ensanchamiento del sector informal, con la migración. Lo mismo puede afirmarse para el binomio migración y pobreza o marginalidad en las grandes ciudades mexicanas. Estos fenómenos responden a varios determinantes que van desde el tipo y características de la demanda de fuerza de trabajo en varios sectores económicos, hasta la misma composición de la familia, sus estrategias de sobrevivencia, el tiempo de residencia en los lugares de destino, los niveles de educación y la experiencia laboral, entre los más destacados.
  7. Con toda la importancia analítica de estas conclusiones, es necesario reconocer que aún falta un largo camino por recorrer en las investigaciones de la migración interurbana, la cual tiende a ocupar a su vez un lugar destacado en los actuales procesos migratorios y en los nuevos perfiles de las ciudades mexicanas.


NOTAS Y REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
  1. Philip Hauser, «The social, economic and technological problem of rapid urbanization», en Bert Hoselitz y Wilbert Moore (comps), Industrialization and Society, La Haya, 1963, p. 210. Citado por Jorge Montaño, Los pobres de la ciudad en los asentamientos espontáneos, Siglo XXI editores, México, 1976, p. 53.
  2. Wayne A. Cornelius, Los inmigrantes pobres en la ciudad de México y la política, FCE, México, 1989, p. 69.
  3. v.gr. Sjaastad, Larry, «Migraciones a las áreas urbanas», citado por Pamela Brigg: «The costs and returns of Human Migration», en América Latina, distribución espacial de la población, Editor Ramiro Cardona, Corporación Centro Regional de Población, Colombia, 1973, p.121-122; Donald J.Borgue, «Migrants-Eye View of the Costs and Benefits of Migration to a Metropolis», Internal Migration. A Comparative Perspective, Academic Press, New York, 1977.
  4. Gino Germani, «Asimilación de migrantes en el medio urbano: notas metodológicas», en Migraciones internas. Teoría, método y factores sociológicos, Juan C. Elizaga y John J. Macisco Jr, Centro Latinoamericano de Demografía, Núm. 19, Santiago de Chile, 1975, p. 62.
  5. 5 Gino Germani, Sociología de la modernización, Paidos, Buenos Aires, 1969, p.125.
  6. Lourdes Arizpe, «Migración y marginalidad», en Indigenismo, modernización y marginalidad: una revisión crítica, Juan Pablos Editor, México, 1979, p. 210. (subrayado de la autora).
  7. Sara Sefchovich, «Los caminos de la sociología en el laberinto de la Revista Mexicana de Sociología», en Revista mexicana de sociología, año LI, núm. 1, enero-marzo de 1989, p. 37.
  8. Orlandina de Oliveira y Claudio Stern, «Notas acerca de la teoría de las migraciones internas», en Migración y desarrollo, Clacso, Buenos Aires, 1972.
  9. Paul Singer, Economía política de la urbanización, Siglo XXI Editores, 1975, p. 39-40.
  10. 10 Ibidem, pp.44,54.
  11. Ibidem, p.58.
  12. Véase por ejemplo Raczynsky, D., «Movilidad territorial de la población en América Latina: perspectivas de análisis y lineamientos de investigación», en Memorias del Congreso Latinoamericano de Población y Desarrollo, UNAM-El Colegio de México-Pispal, 1983.
  13. Véase Marcial Antonio Riquelme y Yolanda Manzoni, Migraciones internas y empleo: estudios de casos de un asentamiento irregular de la zona metropolitana de la ciudad de México, UAM-I, México, 1985, p.40.
  14. Cfr. Héctor Hirán Hernández, Notas sobre líneas de investigación en migraciones internas para América Latina, Aportes de Investigación Núm.5, CRIM-UNAM, México, 1988.
  15. Ibidem, p. 9. El autor se refiere a Mertens W., «Investigación sobre población en América Latina: presentación y evaluación de perspectivas recientes», en Reflexiones teórico-metodológicas sobre investigaciones en población, El Colegio de México, 1982.
  16. Ibidem, p.10.
  17. Paul Singer, op.cit. p.54-55.
  18. Para una referencia más precisa puede consultarse a Anibal Quijano, «Redefinición de la dependencia y proceso de marginalización en América Latina», en Populismo, marginalización y dependencia, Educa, 1973; y Oswaldo Sunkel, El subdesarrollo latinoamericano y la teoría del desarrollo, Siglo XXI, México, 1971.
  19. Anibal Quijano, op.cit. p. 207.
  20. Ibidem, p.196.
  21. Citado por Marco A. Michel, «Dependencia y marginalidad», en Indigenismo, modernización y marginalidad... p. 159
  22. José Nun, «Superpoblación relativa, ejército industrial de reserva y masa marginal», en Revista Latinoamericana de Sociología, No.2, 1969, p.180.
  23. Ibidem, p.201.
  24. Paul Singer, op.cit., p.68-69.
  25. Op.cit, p.178.
  26. Orlandina de Oliveira, Migración y absorción de mano de obra en la ciudad de México: 1930-1970, Cuadernos del CES, No.14, El Colegio de México, 1977, p.4.
  27. Ibidem, p.5.
  28. Humberto Muñoz García, Orlandina de Oliveira, Claudio Stern, «Migración y marginalidad ocupacional en la ciudad de México», en El perfil de México en 1980, vol.3, Siglo XXI, México, 1982, p.347.
  29. Lourdes Arizpe, Campesinado y migración, SEP, México, 1985, p.27.
  30. Ibidem, p.71.
  31. Ibidem, p.17-18
  32. Durante este tiempo, «el crecimiento de la industria y la demanda de servicios acompañados de un auge de la construcción en la ciudad de México crearon alrededor de medio millón de empleos en esta ciudad durante los cincuenta y los sesenta»; Ibidem, p.19.
  33. Op.cit. p. 20.
  34. Ibidem, p.21.
  35. Ibidem, p.23-24.
  36. Ibidem, p.24.
  37. Ibidem, p.24.
  38. Véase por ejemplo a Claude Bataillon, La ciudad y el campo en el México central, Siglo XXI, México, 1972; Claudio Stern, «Migración, educación y marginalidad en la ciudad de México», en Demografía y economía, vol.VIII, No.2, 1974; trabajos clásicos que dan cuenta del proceso de cambio en la agricultura mexicana: Cynthia Hewuit de Alcántara, La modernización de la agricultura mexicana 1940-1970, Siglo XXI, México, 1978; Cepal, Economía campesina y agricultura empresarial, Siglo XXI, México, 1982; Sergio de la Peña, Capitalismo en cuatro comunidades rurales, Siglo XXI-UNAM, México, 1981; Enrique Astorga Lira, Mercado de trabajo rural en México, Ediciones ERA, México, 1985.
  39. Lourdes Arizpe, «Migración y Marginalidad», en Indigenismo, modernización y marginalidad..., Op.cit.,p.206.
  40. Larissa A. de Lomnitz, Cómo sobreviven los marginados, Siglo XXI, México, 1973, p.22.
  41. Ibidem, p.51.
  42. Ibidem, p.52.
  43. Lourdes Arizpe, Campesinado y migración, op.cit.p.29; Migración, etnicismo y cambio económico, El Colegio de México, 1978; Indígenas en la ciudad: el caso de las «marías», Sep-Setentas, México, 1975.
  44. Véase A.V. Chayanov, La organización de la unidad económica campesina, Nueva Visión, Buenos Aires, 1977; Meillasoux, C., Mujer, graneros y capitales, Siglo XXI, México, 1977.
  45. Lourdes Arizpe, Campesinado y Migración, p.33.
  46. De acuerdo con la autora, esto «explicaría uno de los factores que contribuyen a la persistencia de la economía campesina», Op.cit.,p.65.
  47. Ibidem, p.66.
  48. Véase, entre otros, los trabajos citados en este trabajo.
  49. Brígida García, Humberto Muñoz y Orlandina de Oliveira, Migración, familia y fuerza de trabajo en la ciudad de México, Cuadernos del Ces, No.26, El Colegio de México, 1979, p.25.
  50. Sobre este proceso pueden consultarse a Harley L. Browning, «Some Problematics of the Tertiarization Process in Latin America», Ponencia al 40 Congreso de Americanistas, Roma, 1972; M.A. Katouzian, «The development of the Service Sector: A New Approach», Oxforf Economic Papers, No.22, 1970; Ann Miller, «Algunas características de la estructura industrial del empleo en países latinoamericanos», Actas de la Primera Conferencia Regional Latinoamericana de Población, Vol.II, El Colegio de México, 1972.
  51. Orlandina de Oliveira, Migración y absorción de mano de obra en la ciudad de México, p.5; véase también el trabajo de Jorge Balán, Harley L. Browning y Elizabeth Jelin, Men in A Develonping Society: Geographic and Social Mobility in Monterrey, The University of Texas, Austin, 1973.
  52. Orlandina de Oliveira, Migración y absorción de mano de obra en la ciudad de México, op.cit., p. 9.
  53. Ibidem, p. 71. La unidad de análisis de este trabajo fueron los trabajadores que ingresaron por primera vez a la PEA de la ciudad de México, hayan o no trabajado antes fuera de la capital. Los mismos se dividieron en cohortes según el periodo en que entraron a la PEA. La mano de obra transferida es aquella que ya ha trabajado fuera antes de su entrada a la PEA y, la mano de obra no transferida, es la que entra a la PEA sin haber trabajado antes en la capital.
  54. Ibidem, p.19.
  55. Brígida García, Humberto Muñoz y Orlandina de Oliveira, Migración, familia y fuerza de trabajo en la ciudad de México, op.cit.,p.19.
  56. Ibidem, p. 25.
  57. Humberto Muñoz García, Orlandina de Oliveira, Claudio Stern, «Migración y marginalidad ocupacional en la ciudad de México», en El perfil de México en 1980, vol.3, Siglo XXI, México, 1972, p. 331.
  58. Ibidem, p.331.
  59. Ibidem, p.332.
  60. María Gallegos Ramírez, «Migración y marginalidad en Guadalajara: el caso de Lomas de Tabachines», en Crisis, conflicto y sobrevivencia. Estudios sobre la sociedad urbana en México, CIESAS-Universidad de Guadalajara, 1990, p.63. UNAM, México, 1988.
  61. Celso Furtado, Teoría y política del desarrollo económico, Siglo XXI, México, 1976, p. 179.
  62. Francisco Alba, «Industrialización sustitutiva y migración internacional: el caso de México», en Centro de Estudios Internacionales, Indocumentados: mitos y realidades, El Colegio de México, 1979, p.7.
  63. Ibidem, pp.17,18.
  64. Jorge A. Bustamante y Gerónimo Martínez, Migración indocumentada, la política de las perspectivas y las estructuras de las realidades, CENIET, agosto de 1978, México, p.36.
  65. Jorge A. Bustamante, Espaldas mojadas: materia prima para la expansión del capital norteamericano, Cuadernos del CES, Núm. 9, El Colegio de México, 1975, p. 4,5.
  66. Gerónimo Martínez, Migración indocumentada: la investigación, el desarrollo conceptual, la explicación científica y el proceso de cambio, CENIET, noviembre de 1980, México, p.6.
  67. Lourdes Arizpe, Campesinado y migración, op.cit., p.67.
  68. Wayne A. Cornelius, «From Sojouners to Settlers: The Changing Profile on Mexican Migration to the United States», Center for U.S. Mexican Studies, University of California San Diego, La Jolla, mayo de 1990, mimeo, p.3; también puede consultarse a este respecto: Frank Bean, Edmoston Barry y Jeffrey Passel (eds.), Undocumented Migration to the United States. IRCA and the Experience of the 1980s, Rand Corporation, Santa Mónica, The Urban Institute, Washington, D.C., 1990; Alfred Lattes, Ensayos sobre población y desarrollo, Corporación Centro Regional y The Population Council, 1983.
  69. Lourdes Arizpe, op.cit, p. 89.
  70. Víctor Zúñiga, «Tradiciones migratorias internacionales y socialización familiar...», en Frontera Norte, Núm.7, enero-junio, El Colegio de la Frontera Norte, Tijuana, Baja California, 1992, p. 70,71.
  71. Cfr.Michael P. Todaro, Internal Migration in Developing Countries, Geneva, ILO, 1976; Manuel Gollas, «La Migración, el ingreso y el empleo urbanos», en Asociación Mexicana de Población, Las migraciones y la política demográfica en México, México, 1981.
  72. Wayne A. Cornelius, Introducción y «La demanda de fuerza de trabajo mexicana en Estados Unidos», en Jorge A. Bustamante y Wayne A. Cornelius, Flujos migratorios mexicanos hacia Estados Unidos, Comisión sobre el Futuro de las Relaciones México-Estados Unidos y FCE, México, 1989, p.17.
  73. Jorge A.Bustamante,Espaldas mojadas..., op.cit., p. 3.
  74. Víctor Zúñiga, op. cit., p. 69,70. (Subrayado nuestro).
  75. Manuel García y Griego, «La oferta de emigrantes a Estados Unidos, 1900-2010», en Flujos migratorios hacia Estados Unidos, op.cit., p.71.
  76. Néstor García Canclini, «El malestar en los estudios culturales», en la revista Fractal, Núm.6, México, 1997, p.46.


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February 16, 2015