LA FRONTERA ESTADOS UNIDOS-MÉXICO: UNA ZONA DE GUERRA



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LA FRONTERA ESTADOS UNIDOS-MÉXICO: UNA ZONA DE GUERRA


Benedicto Ruíz Vargas



La época de la migración masiva y las medidas para controlarla

La década de los sesenta y setenta son quizás un momento histórico de amplias movilizaciones de población que se desplazaron de los países de menor desarrollo hacia los centros industriales de Estados Unidos y de Europa. Al modificar la legislación migratoria de 1965 en Estados Unidos, cambió la procedencia de los inmigrantes pero no el flujo y su número. Ahora la migración asiática y latinoamericana ocupaba el primer lugar de la corriente de migrantes que buscaba entrar a los Estados Unidos. Según Samuel P. Hungtinton, aproximadamente 8.3 millones de personas entraron en los Estados Unidos en los años ochenta, y 4.5 millones en los cuatro primeros años de los noventa.12

Sin embargo, como este mismo autor señala, a finales de los ochenta los altos índices de desempleo, las cifras mayores de inmigrantes y su carácter mayoritariamente "no europeo", produjeron marcados cambios en las actitudes y criterios tanto de Europa como de Estados Unidos. En términos de opinión pública, en 1965 sólo el 33% de los norteamericanos quería menos inmigrantes; en 1977 ascendió al 42%, en 1986 al 49%, y en 1990 y 1993 el porcentaje se colocó en el 62%.

En el marco de estas presiones y como respuesta al creciente incremento de la inmigración ilegal registrada a mediados de los ochenta, el Congreso norteamericano aprobó el Acta de Control y Reforma de Inmigración (IRCA, por sus siglas en inglés) en 1986, conocida también como Ley de Amnistía o como la Simpson-Rodino. La IRCA tenía como objetivo disuadir la inmigración ilegal al destinar más fondos al Servicio de Inmigración y Naturalización (INS) y a la vigilancia de las fronteras; contemplaba sanciones a los empleadores que contrataran trabajadores sin documentos y creaba un programa de trabajadores agrícolas invitados (H-2ª). Sin embargo, su aporte más significativo fue ofrecer amnistía a los trabajadores agrícolas y aquellos residentes de mucho tiempo en los Estados Unidos. Bajo esa fórmula obtuvieron su residencia legal un poco más de 3 millones de personas, de los cuales dos millones aproximadamente eran mexicanos.

La IRCA fue un respiro para la inmigración ilegal en Estados Unidos, pero era apenas el comienzo de una etapa restrictiva en las políticas de control que en los años siguientes ejercería el gobierno norteamericano. Como Hungtinton lo señala, la década de los noventa fue testigo de una oleada diferente de migraciones a escala mundial. "Esta nueva ola de migración dice el autor- era en parte el resultado de la descolonización, del establecimiento de nuevos Estados y de las políticas estatales que animaban o forzaban a la gente a marcharse. Sin embargo, era también el resultado de la modernización y del desarrollo tecnológico. Los avances en materia de transportes hacían la migración más fácil, rápida y barata; los avances en el campo de las comunicaciones aumentaban los incentivos para buscar oportunidades económicas y promovían las relaciones entre los emigrantes y sus familias en su país de origen".13

Lo cierto es que en los primeros años de los noventa, el gobierno de Estados Unidos emprenderá un amplio proyecto para controlar la inmigración mexicana, reforzando los controles y la vigilancia en la frontera con México. Bajo esta estrategia, conocida como Plan Estratégico de Control Fronterizo, pone en marcha el 19 de septiembre de 1993 el operativo Blockade en El Paso, Texas. En 1994 impulsa en San Diego, California, el operativo Gatekeeper (Operativo Guardián). A principios de 1995 instrumenta el operativo Safeguard en la frontera de Arizona, y en 1997 lleva a cabo el "Operativo Río Grande" en la zona de Brownsville y Laredo, en el estado de Texas. "Como resultado de ello, entre 1993 y 1997, el presupuesto para la vigilancia a lo largo de la frontera Suroeste aumentó más del doble. El número de agentes de la Patrulla Fronteriza se incrementó de 4 mil 200 en 1994 a 7 mil 700 en 1999.14

Este conjunto de medidas fueron acompañadas del reforzamiento de la frontera con México, mejorando para ello el cerco primario de la línea divisoria y reforzado con un muro adicional de concreto y acero de una altura de 2 y 2.5 metros, en el área de San Diego-Tijuana, Baja California, cuya extensión es de aproximadamente unos 25 kilómetros. Al tiempo que se reforzaban los muros metálicos, se instaló alumbrado de alta intensidad para iluminar amplios tramos de la frontera; se colocaron cámaras con control remoto que vigilan las 24 horas del día; lentes infrarrojos para descubrir a los migrantes por el calor de su cuerpo, telescopios de visión nocturna, así como helicópteros que sobrevuelan de manera permanente el cerco fronterizo.

De acuerdo con Pia M. Orrenius, la vigilancia en la frontera puede ser dividida en tres grandes fases. Una primera que empieza en los años setenta bajo la administración Carter, con el cual aumentaron las horas de vigilancia en la línea divisoria, se incrementó el financiamiento para el Servicio de Inmigración y Naturalización, y la compra de equipo y armamento. La segunda fase fue durante la administración Reagan en la cual los temas de la inmigración y la vigilancia en la frontera adquirieron relevancia; entre las medidas impulsadas puede anotarse la misma IRCA de 1986, así como el financiamiento al SIN y a la Patrulla Fronteriza.

La tercera fase empezó en 1993 con el reforzamiento de la frontera en lugares específicos. "El objetivo era hacer costosa la inmigración ilegal dirigiendo el tráfico ilegal fuera de las ciudades fronterizas y lejos de las carreteras y edificios. Los agentes tomaron posiciones fijas a lo largo de caminos comúnmente usados dentro de las áreas urbanas. Esto, junto con el levantamiento de cercos y el uso de equipos de vigilancia, forzó a los migrantes ilegales a abandonar las áreas densamente pobladas. Una vez en las áreas remotas, los inmigrantes ilegales podrían ser detectados más fácilmente y detenidos por la Patrulla Fronteriza".15

En términos más específicos, el objetivo del Operativo Guardián puesto en práctica en la región de San Diego, California, en 1994, nos dice Claudia E. Smith, no era el de sellar la frontera sino bloquear el cruce en los 22.4 kilómetros, y empujar a los migrantes en dirección Este de San Diego, hacia las zonas remotas de las montañas de Otay y Tecate, cuyas alturas ascienden a mil 800 metros, así como al desierto Imperial en donde las temperaturas a la sombra alcanzan los 50 grados centígrados.16 La estrategia del operativo Guardián, según la definió la propia Patrulla fronteriza y el subcomisionado de inmigración, Robert Bach, era "prevención por medio de la persuasión"; "controlar en vez de capturar". En resumen, se trataba de forzar el movimiento de los migrantes hacia zonas más difíciles, dadas "las condiciones climáticas severas y el terreno accidentado".17

Los resultados de estos operativos fueron varios. Un primer efecto fue que disparó los precios de los "coyotes" al aumentar el riesgo de cruces de personas. En segundo lugar, tal y como era el propósito, la migración mexicana se desplazó del área de California hacia los estados de Texas y Arizona. Los que intentaban cruzar por California lo empezaron a hacer por los ardientes desiertos de El Centro y la montañas de Otay. En Texas, en lugar de intentar cruzar por El Paso, los migrantes mexicanos se fueron desplazando hacia zonas más lejanas del sur del estado, como por ejemplo Laredo, McAllen y Brownsville, entre otras.

Sin embargo, el tercer efecto más dramático ha sido la muerte de miles de migrantes mexicanos y de otras nacionalidades (principalmente centroamericanas) en su intento por cruzar hacia los Estados Unidos por estas zonas inhóspitas. Se estima que entre 1994 y el 2000, las muertes provocadas en el intento por cruzar a California aumentaron 500%. Según la Secretaría de Relaciones Exteriores de México, en el 2000 las muertes ascendieron a casi 500 personas, la mayoría de ellos murieron ahogados, deshidratados, de hipotermia o por algún tipo de accidente. Para el mismo año la cifra de la Patrulla Fronteriza era de 369 muertes en las fronteras de California, Arizona y Texas. Sin embargo, otras estimaciones sostienen que entre 1994 y 2000, el total de muertes en los tres estados fronterizos de Estados Unidos ascendió a 1,450.18

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February 16, 2015