LA FRONTERA ESTADOS UNIDOS-MÉXICO: UNA ZONA DE GUERRA



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LA FRONTERA ESTADOS UNIDOS-MÉXICO: UNA ZONA DE GUERRA


Benedicto Ruíz Vargas



El pensamiento conservador antiinmigrante

Hasta ahora encontramos tres constantes históricas que alimentan las posturas antiinmigrantes en Estados Unidos. Una de ellas viene del ámbito económico-laboral, en la que se aglutinan algunos grupos empresariales que ven con recelo que sus contrapartes utilicen la mano de obra barata de los inmigrantes para reducir sus costos. Aquí también se localizan las posturas de algunos sindicatos y de otros sectores de la sociedad que ven a los inmigrantes como una amenaza para sus empleos. En general, estas posturas suelen alcanzar relevancia cuando la economía norteamericana pasa por depresiones o recesiones coyunturales.

En segundo lugar están aquellas posiciones, dentro y fuera de los gobiernos, que perciben a los migrantes como una carga social al hacer uso de los servicios como la educación y la salud, lo que afecta los presupuestos tanto de la federación como de los estados. En esta visión, los migrantes sin documentos quitarían más de lo que aportan a través de sus impuestos y el pago de otros servicios. Esta es una postura casi permanente pero que se agudiza también en los ciclos recesivos de la economía norteamericana, incentivando la crítica a la presencia de la inmigración mexicana.

Existe una tercer constante histórica que permanece prácticamente inmutable a través del tiempo que se nutre de posiciones xenófobas, racistas o étnicas, culturales e ideológicas, en cuya percepción los migrantes mexicanos constituyen un riesgo para los Estados Unidos en la medida que representan una "raza inferior", con otras costumbres y hábitos que contaminan a la sociedad norteamericana; pero además porque es una población que no se integra o se asimila a la sociedad estadounidense, conservando su lengua, sus costumbres y tradiciones familiares. En esta perspectiva los inmigrantes mexicanos amenazan la unidad y la cohesión cultural de los Estados Unidos, el balance étnico y, de manera más reciente, amenazan desde ciertas preocupaciones, la "reconquista" de los territorios que antes le pertenecieron a México.

Las tres posturas han sido constantes a lo largo de la historia de Estados Unidos, pero sin duda se han agudizado a partir de los años sesenta del siglo pasado, para alcanzar un enorme relieve en la década del noventa y principios del 2000. La razón de ello está en el número de inmigrantes que han entrado legal o sin documentos a los Estados Unidos en los últimos tiempos,26 pero también se deben al crecimiento exponencial que han tenido las posturas conservadoras en los últimos gobiernos y entre algunos grupos de la sociedad del país vecino. Sobre este último punto vale la pena detenernos un poco.

Los sentimientos antiinmigrantes en Estados Unidos son aunque parezca contradictorio- prácticamente consustanciales al proceso formativo de ese país. Las primeras reacciones o las más notables contra la inmigración de extranjeros se dieron a finales del siglo XIX, como producto del cambio en la composición étnica que registraron las corrientes migratorias que llegaban a Norteamérica. Para estas posturas, los inmigrantes que llegaron antes de 1880 eran distintos a los que arribaron casi a finales del siglo XIX. Mientras los primeros provenían de nacionalidades muy diversas entre las que destacaban los ingleses, escoceses, irlandeses, suizos, alemanes y holandeses, en la segunda ola migratoria (producida entre 1830 y 1924) predominaron "lenguas y tonalidades de piel que iban del rubio escandinavo al aceitunado italiano meridional, pasando por el negro de las antillas. Y mientras la primera invasión fue predominantemente protestante, la segunda fue católica desde sus comienzos: para fines del siglo predominaron los judíos y los ortodoxos orientales".27

Este cambio en la composición racial avivó los sentimientos anti-inmigrantes y condujo a la formación de las primeras organizaciones de corte radical entre 1830 y 1840, como por ejemplo los Know Nothing y los Native Americans, así como la American Protective Association que se fundó en 1887. El rechazo de estos grupos "se apoyaba en la idea de que estos extranjeros tenían valores y comportamientos distintos al de los protestantes; que eran una mano de obra que desplazaba a la de los nativos norteamericanos y que generalmente eran sucios, viciosos e ignorantes. Su fuerza fue tan significativa que [...] llegaron a registrar una afiliación de más de 2.5 millones de personas".28

Hubo más organizaciones que surgieron a lo largo del siglo XX (entre ellas el mismo Ku Klux Klan), pero el hecho que se quiere subrayar es que tanto aquellas que se oponían a la inmigración como otras de corte fundamentalista, nacían íntimamente vinculadas a los profundos cambios que registraban los Estados Unidos en el campo de lo económico y lo cultural. Los cambios, así, serán el detonante y el elemento esencial que nutrirá el pensamiento conservador y de la derecha radical en el país vecino.

Como nos dice Jesús Velasco, "históricamente las manifestaciones de extrema derecha han sido expresiones que pretenden esencialmente revivir el pasado, ese ayer que sus defensores consideran que tuvo esplendor en la época del liberalismo temprano, cuando el gobierno se limitaba a desempeñar la función de ser el vigilante de la seguridad de los ciudadanos; cuando la economía era regida por las leyes del mercado y cuando el hombre tenía la libertad de poder disfrutar de los bienes terrenales, en la medida en que su iniciativa individual lo llevara a triunfar en el negocio de la vida".29

Un componente esencial de la derecha radical es a su vez el fundamentalismo religioso, en la medida que busca retornar a un "cuerpo de verdades divinas y eternas, bíblicas y seculares", mientras que en lo político "hará un llamado por regresar al americanismo y al constitucionalismo".30 El origen de esta corriente se ubica en el periodo de 1870 a 1920, una época en que la antigua visión evangélica aparecía casi intacta; hasta que un movimiento progresista dentro de la misma comunidad incorporó en su credo algunos principios del evolucionismo y la historia. En reacción a ella surgió una corriente que fue conocida como fundamentalista. Sus tres principios básicos son la "infalibilidad de la Biblia, la salvación sólo por la fe y el premilenarismo de Cristo".31

Lo cierto es que sobre los pilares de este pensamiento surgieron en Estados Unidos durante la década de los sesenta y setenta, un conjunto de agrupaciones que militarán contra los cambios económicos, políticos y culturales que registra el país en esos años. Como un simple ejemplo, valgan los nombres de las siguientes organizaciones.

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February 16, 2015