LA FRONTERA ESTADOS UNIDOS-MÉXICO: UNA ZONA DE GUERRA



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LA FRONTERA ESTADOS UNIDOS-MÉXICO: UNA ZONA DE GUERRA


Benedicto Ruíz Vargas

El pensamiento nativista de Hungtinton

Al lado del fundamentalismo religioso que alimenta hoy las visiones políticas e ideológicas del gobierno de los Estados Unidos y de algunos grupos de la sociedad está, desde los últimos años, el esfuerzo de conceptualización que ha realizado Samuel H. Hungtinton para explicar los grandes desafíos y peligros que enfrenta hoy Estados Unidos. Su visión asustadiza se ha convertido en un referente de varios movimientos nativistas que reclaman el cierre de la frontera, el control de la inmigración mexicana y la defensa de los valores culturales que definen la identidad de la sociedad norteamericana.

Para Hungtinton, hay tres temas de la agenda internacional que separan a Occidente de otras sociedades: 1) la superioridad militar que debe emplearse para impedir la proliferación de armas nucleares, biológicas y químicas, así como los vectores para lanzarlas; 2) promover los valores e instituciones políticos occidentales presionando a otras sociedades para que respeten los derechos humanos y adopten la democracia según los criterios occidentales; y 3) proteger la integridad cultural, social y étnica de las sociedades occidentales restringiendo el número de no occidentales admitidos como inmigrantes o refugiados.

En torno al tercer punto, que es el que nos interesa en este caso, el dilema de Hungtinton no es si Estados Unidos y Europa serán capaces de detener la ola migratoria, "sino si Europa y Estados Unidos se convertirán en sociedades escindidas que contengan dos colectividades distintas y en gran medida separadas, procedentes de dos civilizaciones diferentes, lo cual a su vez depende del número de inmigrantes y de la medida en que sean asimilados en las culturas occidentales predominantes en Europa y América".39

De acuerdo con el autor, el problema que tiene Europa son los musulmanes mientras que en Estados Unidos son los mexicanos. Éstos, a diferencia de la segunda y tercera generación de inmigrantes, muestran una mayor resistencia a la asimilación en la sociedad norteamericana como producto de muchos incentivos, pero sobre todo por su tendencia a mantener su identidad. El segundo problema con los mexicanos, según Hungtinton, es que dado su crecimiento y su número pueden albergar sentimientos revanchistas con respecto a los territorios anexados por Estados Unidos en el siglo XIX. "En su debido momento dice-, los resultados de la expansión militar estadounidense en el siglo XIX podrían verse amenazados por la expansión demográfica mexicana en el siglo XXI".40

Pero aparte de estas amenazas que vienen de la demografía y de otros males que tienden a cuestionar la identidad estadounidense (entre ellos el aumento de la conducta antisocial, la decadencia familiar, el debilitamiento de la "ética del trabajo" y el interés cada vez menor por el estudio y la actividad intelectual), está el carácter subversivo de las corrientes multiculturalistas que niegan la existencia de una cultura estadounidense común y rechazan la herencia cultural de su país. "En lugar de intentar identificar a los Estados Unidos con otra civilización dice Hungtinton-, desean crear un país de muchas civilizaciones, lo que equivale a decir un país que no pertenezca a ninguna civilización y carezca de núcleo cultural".

Para Hungtinton, lo anterior significaría que los Estados Unidos "podrían ser simplemente la última y anómala reliquia de un mundo Occidental en vías de desaparición". Por lo tanto, "el futuro de los Estados Unidos y el de Occidente depende de que los norteamericanos reafirmen su adhesión a la civilización occidental. Dentro del país, esto significa rechazar los diversos y subversivos cantos de sirena del multiculturalismo".41

En su más reciente libro, Who Are we?, Hungtinton profundiza sus temores hacia los inmigrantes mexicanos, en las resistencias que éstos tienen para asimilarse a la sociedad estadounidense y, por lo mismo, de los peligros que representan al poder reivindicar la "reconquista" de los territorios que le pertenecieron a México. "Los mexicanos no olvidan aquellos hechos", dice Hungtinton. Para él. "los movimientos nativistas son, por eso, una respuesta plausible a todas estas tendencias". Los rasgos de estos movimientos son distintos a los del pasado: "Los dirigentes de estos movimientos tienen poco que ver con los grupos marginales. Son cultos, inteligentes y, en muchos casos, en posesión de impresionantes titulaciones por las principales universidades del país. Esta nueva estirpe agrega Huntington- de defensores de la causa racial blanca es muy distinta de la de los políticos populistas y los encapuchados del Ku Klux Klan del viejo Sur".

Las preocupaciones de Hungtinton valen la pena ser analizadas no por su consistencia teórica o académica, sino por el impacto que están ejerciendo en algunos grupos de la sociedad norteamericana. Por ahora, sin embargo, hay que señalar que a pesar de su esfuerzo el pensamiento de Hungtinton no hace más que esconder tras un discurso académico, las viejas posturas etnocéntricas y antipluralistas que históricamente han tenido algunos segmentos de la sociedad estadounidense. En realidad no hay ningún elemento que indique que la "no asimilación" de los inmigrantes mexicanos, constituya un peligro para la identidad y la cohesión cultural de los Estados Unidos. Tampoco existe ninguna evidencia que esta población inmigrante tenga, entre sus propósitos centrales, apropiarse de los territorios que antes le pertenecieron a México. Las de Hungtinton son simplemente temores y fantasías.

Dicho de otro modo, la no asimilación no se traduce de manera automática en un peligro o en un desafío para la sociedad norteamericana, pero sí lo que es completamente distinto- implica que ésta tenga más apertura hacia el reconocimiento de otros grupos culturales y raciales. Este es el problema de fondo. La no asimilación implica coexistencia y tolerancia hacia la diversidad cultural y no necesariamente disgregación o balcanización de las sociedades. El desafío no es por lo tanto cómo impedir la penetración de otras culturas, sino cómo coexistir con ellas en el marco de una nueva pluralidad. Lo mismo vale para el crecimiento y expansión de las minorías étnicas, pues a medida que éstas crecen y conquistan espacios (políticos y de otro tipo), tenderán a tener una mejor representación. Pero de ahí a creer que formarán repúblicas independientes, hay un mar de distancia. En realidad, el temor de fondo de Huntington es que estas minorías o estos grupos culturales adquieran poder en una sociedad que se los niega, o que se lo ha reservado para sí misma.

Los mexicanos y los hispanos en general, no sólo por su crecimiento demográfico sino también por la conciencia de su fuerza, ganarán cada vez más espacios políticos en la sociedad norteamericana. Es el caso más reciente de Antonio Villarraigosa, estadounidense de origen mexicano que ganó el pasado 18 de mayo (2005) la alcaldía de Los Angeles, California, con el 59% de los votos frente al 40% de su rival. Considerada la segunda ciudad más importante de Estados Unidos, Los Angeles tiene una población de 3.7 millones de habitantes, de los cuales el 46% pertenece a los hispanos y, dentro de éstos, un porcentaje significativo son mexicanos. Su caso parece una tendencia irreversible.

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February 16, 2015