Centros y fronteras: una interpretación de las centralidades urbanas en Tijuana 1889-2000



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"Centros y fronteras: una interpretación de las centralidades urbanas en Tijuana 1889-2000".

Por: Mtro. Jesús Aguilar Nery

II. Tijuana: del centro a las centralidades.

     Lo que ahora son el norte de México y el sur de Estados Unidos formaron parte de lo que se conoció como el Septentrión Novohispano. Desde fines del siglo XVI y hasta el XVIII, en esta región se fundaron un número importante de ciudades de acuerdo con los usos y prácticas de la época para el establecimiento de nuevos asentamientos humanos.

     Con la fundación judicial de Tijuana en 1889, uno supone que está alejada de los patrones del "modelo" urbano hispanoamericano de la época colonial y que está más cercana al modelo norteamericano. Sin embargo, en términos generales, como trataré de argumentar, sigue dentro del contexto sociocultural latinoamericano de estructura socioespacial, con especial referencia a la centralización de su forma urbana. La transformación de Tijuana de un rancho a un asentamiento urbano fue debido al boom económico en el Sur de California a fines del siglo XIX y fue facilitado por el régimen de Díaz al acceder a la atracción de capital norteamericano. Según Piñera y Ortiz (1985a:55), las familias terratenientes de Baja California vieron una inmejorable oportunidad para promover el desarrollo en tierras de su propiedad. Así es como los Argüello encargan el diseño del primer plano de Tijuana en 1889. Su trazo estuvo localizado en el principal asentamiento adyacente a la línea fronteriza. El plano de 1889 para Tijuana tomó algunos rasgos del diseño español colonial (plazas y rectángulos) y los combinó con el diseño europeo en diagonal y de moda en algunas ciudades estadounidenses (Washington e Indianapolis). El primer plano resultó un diseño híbrido que se convertiría en típico en ambos lados de la frontera (Calexico, Nogales, Ensenada). Sin embargo, para 1921 la plaza central no se había convertido en un espacio-magneto clave para los usos de suelo. En realidad una de las esquinas centrales, la más cercana a la línea internacional, atrajo la mayor aglomeración de residencias y actividades comerciales y los usos de suelo más importantes. Además, las instituciones sociales prominentes tales como el palacio municipal y la iglesia no se localizaban directamente en la plaza central, como en el modelo español colonial clásico, aunque estaban situadas cerca (Herzog 1990).

     La estructura espacial de Tijuana y el paisaje físico cambió en concordancia con el desarrollo económico y social del lado norte de la frontera. La ley Volstead (1919) también conocida como ley seca en Estados Unidos marcó la "época de oro" del turismo en Tijuana de 1919 a 1929 aproximadamente. Durante ese tiempo el paisaje y la estructura de Tijuana cambió radicalmente reflejando la mayor dependencia de los capitales estadounidenses. La traza histórica y las actividades preferentes ahí desarrolladas perfilan una primera centralidad que entraña una significación histórica que perdura hasta la actualidad: la centralidad turística transnacional.


La centralidad y las políticas federales.

     La intervención del gobierno federal fue decisiva para la transformación de las funciones centrales en Tijuana. Los servicios, el comercio y la industrialización se vieron orquestados por el gobierno federal, apoyados por el gobierno estatal y municipal; asimismo, el continuo crecimiento de los asentamientos ilegales y el crecimiento urbano desproporcionado fue caracterizado por una mayor intervención gubernamental. Por una parte, los decretos de las décadas de 1930 y1940: apertura de perímetros libres, la abolición de los juegos de azar y el inicio del programa "braceros" y, por otra parte, los programas de industrialización y de remodelación urbana contribuyeron a modificar las funciones centrales de Tijuana. Me referiré brevemente a estos procesos.

     La política diseñada para desarrollar actividades económicas que reemplazaran las que habían proliferado durante la prohibición fue el establecimiento de perímetros libres para las localidades de Tijuana y Ensenada (1933), luego para Mexicali, Tecate hasta San Luis Río Colorado, Sonora (1935), cuya creación permitió la importación de mercancías sin pago de impuestos, siempre que fueran consumidas o utilizadas dentro de las localidades señaladas (Piñera y Ortiz 1985b:134). De acuerdo con Zenteno (1995), con la apertura de los perímetros libres, el comercio floreció, aunque su crecimiento era lento. El establecimiento de zonas de libre flujo de mercancías fue el pilar para sustentar un nuevo bastión económico de la zona: el comercio.

     La entrada de Estados Unidos a la segunda guerra mundial (1941) y el establecimiento del puerto de San Diego como principal puerto de operaciones, dio pie al despegue demográfico de Tijuana y su consolidación como localidad urbana de la frontera norte. El convenio del programa de braceros (1942) encaminado a sostener la productividad económica y militar de Estados Unidos, jugó un papel clave en el poblamiento de Tijuana y otros municipios fronterizos. Este programa puede resumirse como una etapa en que la prosperidad de California se vio reflejada en la economía y demografía de Tijuana.

     En la era de la posguerra, la atracción hacia la frontera creció hasta que fue incapaz de sostener los niveles de empleo en el norte y en el sur, contribuyendo a la formación de un enorme sector de pobres marginales, dando a la ciudad una formación socioespacial similar a la de otras tantas ciudades latinoamericanas: crecimiento periférico descontrolado, asentamientos irregulares, alta migración campo/ciudad, falta de empleo, creciente polarización socioeconómica, etc.

     Como respuesta, al final del programa "braceros" y para impulsar el desarrollo de la región el gobierno federal diseñó el Programa de Industrialización Fronteriza (PIF) en 1965. Sus objetivos eran aprovechar la mano de obra "rechazada" a lo largo de la frontera, crear nuevos empleos, incrementar los niveles de vida de la población, introducir nuevos métodos de manufactura e incorporar materia prima mexicana a los procesos de producción (Zenteno 1995:117). Dentro de este programa (PIF) el de mayor alcance ha sido el de la industria maquiladora de exportación, que para fines de los años 70, y especialmente las décadas siguientes se ha perfilado como el modelo industrial que el gobierno mexicano ha impulsado para superar la crisis de los noventa. Con este espectacular repunte de la economía de Tijuana a través de la instalación manufacturera, la industria maquiladora se convirtió en un contrapeso al poder comercial y de servicios, significándose como una nueva centralidad cuyo impacto funcional y simbólico envistió no sólo a Tijuana, sino a toda la franja fronteriza norte del país.

     También a principios de los sesenta, el gobierno mexicano a través del Programa Nacional de la Fronteras (PRONAF) impulsó el embellecimiento de las ciudades fronterizas como una medida para incrementar el turismo. En el centro de Tijuana la ampliación de la avenida Revolución, la reestructuración de la zona centro y el desarrollo de la zona Río contribuyeron al crecimiento del sector turístico al crear zonas específicas para tales actividades.

     Las oleadas migratorias provenientes del interior del país como de los E. U. presionaron para conseguir un trozo de espacio urbano. Entre 1960 y 1970 formaron colonias por toda la ciudad y se autorizaron más de 100 fraccionamientos (Padilla 1985: 190-196). Las inversiones del gobierno aumentaron el valor del suelo en el área del centro tradicional a lo largo de la costa y la Zona Río. Este último proyecto representó el programa de desarrollo público más importante de la historia de Tijuana (Padilla 1985:192) con ello inició una nueva organización socioespacial y se promovió el desarrollo de lo que es la nueva zona comercial que compite en lo relativo a la centralidad con el centro tradicional.


Los ochenta: Nuevas centralidades.

     De acuerdo con Tito Alegría (1989:80-81), las ciudades de la frontera México-Estados Unidos forman pares binacionales de localidades adyacentes, donde regionalmente, en su mayoría, las ciudades mexicanas son los lugares de mayor jerarquía urbana pues han tenido estructuralmente mayores ventajas de crecimiento porque han subordinado al resto de las localidades no fronterizas dentro de su propia región, organizando el espacio interurbano en torno a una red en abanico, cuyo centro de giro está sobre la frontera. (Alegría 1989: 80). Tijuana llegó a la década de los 80 con una organización espacial que reflejaba las contradicciones de un proceso de urbanización acelerado, expandiéndose con gran déficit en los servicios más elementales (Verduzco 1990:279). Según Verduzco, en su análisis sobre el desarrollo de áreas comerciales y de servicios en la ciudad de Tijuana, a través de índices de concentración comercial de 1982 a 1987 (revisa la dotación de licencias municipales), establece que en donde mayor número de licencias se expidieron fueron en zonas de alta concentración comercial y de servicios existentes, por tanto, de centralidad urbana. Las 3 zonas que encuentra Verduzco como zonas de centralidad urbana altamente concentradoras son, en este orden: 1) el centro tradicional (el downtown), es una zona que continúa acumulando locales comerciales y de servicios, lo que le da un impulso para seguir funcionando como centro principal. Presenta condiciones favorables como su facilidad de acceso, así como la combinación de prácticas sociales arraigadas: confluyen en su interior la mayoría de taxis y autobuses urbanos; además su cercanía a la línea internacional permite un intenso flujo de turistas de E.U. 2) la Zona del Río es considerada como segundo distrito de máxima centralidad. Sirve de enlace entre la garita internacional de San Ysidro y el antiguo centro de la ciudad, y se pretende se convierta en el centro más importante. Esta zona cuenta con la mejor urbanización de la ciudad, además contiene las nuevas instalaciones administrativas del gobierno del Estado y del Ayuntamiento. Se trata de una área de alta actividad comercial, espacio denso en oficinas, operaciones de gobierno y algo de turismo. 3) el área de la Mesa ha incrementado su tendencia expansiva en el sector comercial. Se trata de una zona ligada al consumo local y a las vías de comunicación que cruzan esta zona. Se ubica en dos de los caminos más importantes de la ciudad: el bulevar Lázaro Cárdenas que se prolonga hacia Ensenada y el bulevar Díaz Ordaz, que se une con la carretera hacia Tecate2 (Verduzco 1990: 292).

     La dinámica comercial que se ha registrado en Tijuana en los últimos años ha contribuido a marcar en la ciudad pautas de crecimiento que ya se presentaban casi desde su fundación. La ubicación geográfica de la ciudad, en el limite de 2 países con un grado de desarrollo diferenciado es sin duda el factor estructural más importante en la tendencia de organización del espacio urbano (Bustamante 1989).


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February 16, 2015