Pluralidad Étnica y Discriminación Social



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Pluralidad Étnica y Discriminación Social

Por: Dra. Laura Velasco Ortiz.

Prejuicio y discriminación: las bases del conflicto étnico.

     La historia de la discriminación étnica en México está sustentada sobre el proceso de dominación colonial de la corona española. Este acontecimiento, violento sin lugar a dudas, dejó sus huellas profundas en el tejido social mexicano. Así, en la memoria colectiva del pueblo mexicano se sedimentaron comportamientos y sentimientos de desprecio hacia las identidades conquistadas. El proceso de desvalorización y estigmatización de los elementos raciales y culturales de las poblaciones dominadas, se convirtieron en señales de inferioridad física, mental e incluso espiritual. Así, la dominación no sólo tuvo una dimensión física e intelectual, sino también espiritual y, por lo tanto, afectiva.1

La importancia de la dimensión afectiva de la etnicidad puede situarse respecto de la polémica entre la primacía de la dimensión interactiva sobre la dimensión subjetiva de tal etnicidad. La etnografía de los años setenta trató de documentar un conjunto de colecciones de rasgos, atributos, objetos y prácticas que definían a un grupo étnico. La dimensión subjetiva, como conciencia del ser, quedó obscurecida como una vía para estudiar y entender la etnicidad. En parte, esto se debía a la suposición de que de una condición material se desprendía una conciencia coherente con esa condición.

     Sin embargo, las experiencias de violencia interétnica de las últimas décadas en el mundo aportan pruebas de la importancia de atender la dinámica emotiva de la etnicidad. La identidad étnica, como cualquier identidad social, posee una dimensión afectiva. La identidad étnica se experimenta no sólo como un conjunto de prácticas sociales y discursos, sino también como una experiencia afectiva. Sin esta dimensión volitiva de las identidades no se podría entender lo que lleva a un grupo de personas a tomar un machete y matar a sus vecinos por el sólo hecho de pertenecer a otro grupo étnico (véase el caso de las matanzas en Burundi o bien el odio étnico entre bosnios y serbios en la ex-Yugoslavia). Es decir, ¿puede constituir la pertenencia étnica una fuente de odio tal que pueda llevar a que una persona mate a otra, por el solo hecho de pertenecer a una categoría étnica distinta? En un esfuerzo por iniciar a responder esta pregunta, se explora sobre la dinámica del prejuicio y el estigma social. El prejuicio es un juicio prematuro o previo. Sin embargo, los psicosociólogos suelen hablar de prejuicio sólo cuando éste es negativo, es decir, contra una persona, pero no individualmente, sino como parte de un grupo o colectivo social. Según Montoya (1994:106) los prejuicios tienen tres componentes: a) cognoscitivo (estereotipos): creencias valorativas, 2) afectivos (sentimientos), 3) Activos: disponibilidad de acción. Sin embargo, de acuerdo con Billing (1986:575), de un prejuicio no necesariamente se desprende automáticamente la discriminación social. Entendida ésta última como un comportamiento dirigido contra los individuos objeto del prejuicio. Numerosas investigaciones han mostrado que es posible que exista el prejuicio étnico, sin la discriminación étnica, es decir una consecuencia en comportamiento, sino sólo como una disposición negativa. Y que dicha disposición no sólo tiene una dimensión individual (en términos de personalidad) sino también una dimensión social. Las circunstancias sociales parecen constituir factores fundamentales para que esos prejuicios se conviertan en discriminación e incluso lleguen a cobrar cierto de grado de institucionalización. Por ejemplo, en México el prejuicio contra lo indígena se formalizó en prácticas de discriminación que fueron institucionalizadas por políticas estatales en la educación y los asuntos indígenas, y en las relaciones de producción, acompañándose de mecanismos de relaciones de explotación económica.

     Las prácticas de discriminación están sustentadas sobre una ideología cargada de prejuicios hacia grupos étnicos definidos, que requiere ser reproducida para constituir parte de la subjetividad de un pueblo o una sociedad. De tal forma que el prejuicio y la discriminación se aprenden desde la primera infancia en la interacción con los adultos y con otros niños. Y este aprendizaje se integra a la propia identidad del niño, a través de un complejo sistema de prejuicios y estigmas identitarios, que puede encontrar o no las condiciones para expresarse en prácticas de discriminación.

Ahora bien, dado que la identidad étnica no sólo es procesual, sino también relacional, el curso de un prejuicio a la discriminación y finalmente al conflicto violento, es tan específico como tantos casos de configuraciones étnicas podamos encontrar y situaciones de dominación y explotación. Según Stavenhagen (1996:11) en 1993 existían 233 conflictos de base étnico-política en el mundo. La base de estos conflictos era de naturaleza distinta, incluyendo reivindicaciones etnonacionalistas, etnoclasistas, de autonomía como pueblos indígenas, de orden religioso y por confrontaciones comunales. Si bien en los conflictos étnicos existen intereses en disputa y competencia por recursos, el papel de las élites, de ciertos agentes étnicos, así como de los estados parecen tener un papel fundamental en el desenvolvimiento del conflicto.


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February 16, 2015