"Una visión espiritual de la frontera de Estados Unidos y México"*



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"Una visión espiritual de la frontera de Estados Unidos y México"*


Daniel G. Groody

En Mayo de 2003, oficiales de policía de la Cuidad de Victoria, Texas encontraron los cuerpos de 18 inmigrantes indocumentados adentro de un camión abandonado. Los inmigrantes, amontonados y prensados como sardinas, estaban severamente deshidratados a causa de su travesía. A falta de una adecuada ventilación, ellos se habían sofocado dentro del tracto-camión. Habían hombres, mujeres y hasta un niño de 6 años; ellos venían de México, Honduras y Guatemala. Como muchos otros, ellos dejaron sus hogares, familias y culturas en busca de empleos en Estados Unidos. Cabe mencionar que dichos empleos son los que casi nadie mas quiere; deshuesar pollo, limpiar sanitarios en restaurantes y muchos otros difíciles y peligrosos trabajos mal remunerados. La noticia de las muertes en Victoria, Texas fue relatada a nivel internacional, pero muchas situaciones similares suceden todos los días a lo largo de la frontera de Estados Unidos y México. El sufrimiento de tantos migrantes en la frontera no sólo es un problema económico, político y social, es un asunto espiritual también. Es un reto a la conciencia de las naciones y también nos preguntamos dónde, en medio de la terrible pérdida de vidas y miseria humana, está Dios? La frontera de Estados Unidos y México mide 1,952 millas y se estrecha desde las playas del Océano Pacifico cerca de San Diego, California, hasta las playas del Golfo de México cerca de Brownsville, Texas. Políticamente, es la línea divisoria entre México y los Estados Unidos. Económicamente, es la línea divisoria de la pobreza de América Latina y la prosperidad de los Estados Unidos de Norteamérica. Para los pobres de Latinoamérica que ganan tres dólares o menos al día (y hasta los trabajos más mal pagados son escasos), la posibilidad de emigrar a los Estados Unidos y ganar cuarenta dólares o más al día es muy atractivo. Cada día miles de inmigrantes tratan de ingresar a los Estados Unidos ilegalmente a través de la frontera sur. Incapaz de obtener documentación apropiada por razones políticas y económicas, estos inmigrantes en su desesperación, cruzan por áreas desoladas para así esquivar las largas e impenetrables rejas, cámaras de vigilancia, tecnología militar y los ojos vigilantes de los agentes de la patrulla fronteriza. Ellos atraviesan altas montanas y cruzan desiertos inhóspitos para llegar a los Estados Unidos. Algunos se quedan sin agua y comida a lo largo del camino y nunca logran llegar. Otros son hospitalizados por diferentes enfermedades del corazón. Algunos otros son aprehendidos y puestos en centros de detención para después ser deportados. Algunos milagrosamente logran llegar sólo para encontrar una nueva serie de retos que les esperan en una tierra extraña y remota. A raíz de las nuevas políticas restrictivas que han forzado a los inmigrantes a tomar aun más grandes riesgos para entrar a los Estados Unidos; las cifras de muertes han crecido exponencialmente en la última década. Entre 1961 y 1989, 80 personas han muerto tratando de cruzar entre Alemania occidental a Alemania Oriental con la esperanza de encontrar una mejor vida y un futuro más prometedor del otro lado del muro de Berlín. Entre 1995 y 2003, más de 2,200 emigrantes han muerto tratando de cruzar la frontera entre Estados Unidos y México con la esperanza de encontrar una mejor calidad de vida y un futuro prometedor en los Estados Unidos. Ahora, en promedio, un migrante muere todos los días mientras trata de cruzar la frontera de México hacia los Estados Unidos. Este apuro de los migrantes indocumentados puede ser políticamente complejo, pero no puede sino recordarnos de las palabras del evangelio de Mateo 25, donde Jesús habla sobre el juicio de las naciones: ….tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber, era un extraño y me diste la bienvenida, estaba desnudo y me cobijaste, estuve enfermo y me cuidaste, estuve en prisión y me visitaste. (Mateo 25:35-36) Al final Jesús agrega, "así como hiciste al más pequeño de estos, a mi me lo hiciste." Algunos estudiosos pueden seguir el debate de la frase el "mas pequeño", pero los paralelos entre Mateo 25 y el apuro de los Migrantes Mexicanos a los Estados Unidos son muchos: hambre en sus países de origen, sed en los desiertos que cruzan, abandono en la nueva tierra, desnudos al ser despojados de sus ropas a punta de pistola por pandilleros, enfermos de insolación y encarcelados en los centros de detención de migración. Estos migrantes manifiestan la presencia inminente de Dios en el mundo. Uno puede ver las respuestas individuales y colectivas de este apuro, respuestas que personifican las obras de misericordia que el Jesús de Mateo menciona. Grupos como Fronteras Humanitarias que hacen disponibles miles de galones de agua al año para ayudar a los migrantes perdidos y abandonados. La Patrulla Samaritana manda voluntarios entrenados y personal médico para ayudar a los hambrientos y a los enfermos. El Programa Misionero de Valle en Coachella California ofrece retiros y ayuda comunitaria para ayudar a los migrantes a encontrar un hogar en una tierra lejana. Los grupos de derechos humanos ayudan a romper los lazos que encarcelan a los migrantes injustamente. Aun con estos esfuerzos, los indocumentados siguen siendo algunos de los miembros más vulnerables en la sociedad de los Estados Unidos. Aunque su llanto sea ignorado y sus voces sean calladas en medio de la preocupación sobre terrorismo y seguridad nacional, sus historias pueden hacer mucho para enriquecer nuestra Espiritualidad Cristiana hoy en día y para encontrarnos con Cristo en una sociedad contemporánea.

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February 16, 2015