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POBREZA Y DESIGUALDAD SOCIAL EN TIJUANA
Benedicto Ruiz Vargas*
Patricia Aceves Calderón
5. A manera de conclusiones
Tijuana es una ciudad con un dinámico crecimiento económico que no ha
sido acompañado por el desarrollo social y el bienestar de la mayoría de
la población. Si bien presenta índices de pobreza más bajos que en
otras grandes urbes del país, la desigualdad y el deterioro social han
empezado a convertirse en rasgos importantes de su fisonomía urbana,
principalmente a partir de las últimas dos décadas. Si antes pudo
caracterizarse como una zona de oportunidades y paso obligado hacia el
"sueño americano", hoy este proceso de crecimiento y expansión no está
exento de exclusiones y desigualdades, como en general ha sido la
tendencia en todo el país a partir de la crisis de principios de los
ochenta.
Las cifras sobre pobreza y
desigualdad social no siempre reflejan la experiencia de miles de vidas
humanas que se esconden detrás de ellas, los sacrificios y procesos
desintegradores a que someten las privaciones. Tampoco reflejan las
estrategias que los hogares en pobreza emprenden para enfrentar el
deterioro de sus condiciones de vida, imprimiendo otra dinámica a sus
relaciones interindividuales y sociales.
Así, por ejemplo, es muy conocido
que en una situación de pobreza los hogares tenderán a redefinir la
división sexual de trabajo al interior de la familia al incorporar a
otros miembros en la actividad remunerativa, como una forma de resistir
al entorno social adverso en el que viven. Las mujeres, los jóvenes y
los menores de edad, son los miembros que más se ven obligados a
incorporarse a algún tipo de trabajo que ayude a complementar los
ingresos del hogar, lo cual trae a la larga efectos perniciosos para
algunos de sus miembros.
Algunos trabajos han mostrado cómo
"la urgencia de obtener ingresos suplementarios en el hogar implicó una
sobrecarga laboral para las mujeres. Muchas de ellas han debido
combinar el tiempo dedicado al trabajo deméstico con modalidades
diversas de participación en labores remuneradas. Más aún, su
incorporación al mercado de trabajo formal o informal probablemente
tendió a reducir -en ausencia de cuidado alternativo de carácter
institucional o familiar- la atención prestada a los hijos, lo cual pudo
tener graves implicaciones para la salud y el desarrollo de los
menores"43.
Pero además de este tipo de
estrategia que los hogares pobres desarrollan, hay otras que tienen como
finalidad impedir el descenso en el nivel de consumo y el bienestar
general de las familias, y cuyos efectos también pueden tener
repercusiones en los grados de nutrición y salud de sus miembros. Nos
referimos a los cambios en las pautas de consumo, el volumen y hábitos
de compra, así como la distribución intrafamiliar de los alimentos. En
otras palabras, los cambios y orientación del gasto familiar, que no
sólo afecta a las familias pobres sino a otras de medianos ingresos que
lenta, pero progresivamente, se van privando de muchos satisfactores y
bienes fundamentales. Para los hogares con ingresos de subsistencia o en
pobreza moderada, este recorte de gastos a veces es casi imposible de
realizar sin afectar sus de por sí precarias condiciones. En estas
unidades domésticas, las mayores reducciones son las relacionadas con la
educación y la salud.
Otro mecanismo que tiende a
desarrollarse para enfrentar la situación de deterioro es el cambio en
la composición y tamaño del hogar, vía la incorporación de parientes
cercanos al núcleo de una familia como potenciales proveedores de
ingresos adicionales, o bien para cooperar en las tareas domésticas.
Varios estudios de carácter empírico parecen confirmar esto como una
tendencia generalizada en todo el país, aunque más acentuada en algunas
regiones o ciudades. Así, por ejemplo, un estudio en Guadalajara mostró
que entre 1982 y 1985 los hogares cambiaron de composición: en 1982 el
80 por ciento eran hogares nucleares y el 18.9 eran extensos y
compuestos. Para 1985 las unidades nucleares disminuyeron a 74.7 por
ciento y el segundo grupo ascendió a 24.2 por ciento. La misma situación
se observa en una encuesta realizada en la ciudad de México entre 1985 y
1988. En ese lapso "los hogares de los estratos formal-medio-bajo e
informal-medio mantuvieron más o menos constante el tamaño promedio del
hogar, mientras que en los estratos formal-bajo, formal-medio e
informal-bajo ocurrió un incremento bastante significativo"44.
En Tijuana es fácil suponer que
este tipo de redes de carácter social tenga una extensión significativa
dada la naturaleza migratoria de muchos de sus habitantes y, además, su
vínculo con las regiones vecinas de los Estados Unidos. Dichas redes no
sólo responden a este mecanismo sino a las necesidades de inserción en
el mercado laboral de los migrantes que provienen de otras regiones.
Así como éstos, existen más
efectos derivados de un contexto de privación que las cifras sobre
pobreza y desigualdad social no reflejan en toda su amplitud. Menos aún
en una ciudad como Tijuana, cuyo dinamismo y crecimiento económico se
convierten en un velo que oculta sus desigualdades y su carácter
excluyente, no sólo desde el punto de vista espacial sino también social
y económico. Según hemos podido observar, los frutos de este
crecimiento y las bondades de su situación geográfica han tendido a
concentrarse en unos cuantos polos, distribuyendo de manera inequitativa
la riqueza social generada en su industria, los servicios y el
comercio.
La pobreza y la desigualdad social
en Tijuana tienen vínculos más claros con su proceso de conformación y
crecimiento urbano, el cual ha seguido en términos generales una
tendencia excluyente, producto de la especulación con el suelo y el
acaparamiento de tierra que se ha dado a lo largo de su historia. El
factor demográfico es una variable determinante -como ha sido apuntado-
pero inserta en esta dinámica y contexto social. Los factores del
ingreso y su desigual distribución, así como la precariedad en los
empleos que imprimen rasgos particulares a la ciudad fronteriza y el
enorme rezago en servicios públicos y vivienda, son elementos que
-estrechamente interrelacionados- contribuyen al deterioro social y la
pobreza en determinadas capas de la población. Este es el círculo
perverso y opuesto a la otra cara de Tijuana.
* Agradecemos el valioso apoyo técnico que nos brindaron
Eleazar López Manríquez y Martín Torres Sauchett -compañeros de
trabajo- para la elaboración de los mapas que ilustran el texto.
- Ricardo Garibay, De lujo y hambre, Editorial Nueva Imagen, México, 1981, pp.35,41,46,66.
- Véase Plan Estratégico de Tijuana, XIV Ayuntamiento, 1995, p.35.
- Para una referencia más amplia sobre el movimiento urbano
popular véase José Manuel Valenzuela Arce, Empapados de sereno: El
movimiento urbano popular en Baja California, 1928-1988, El Colegio de
la Frontera Norte, Tijuana, 1991.
- Humberto Hernández Tirado, Testimonio de un hombre:
entrevista de Humberto Hernández Tirado a Milton Castellanos Everardo,
México, s.e., 1983, p.29,30,31.
- Dalia Barrera Bassols, "Tijuana: mito y realidad", en
Cuadernos Políticos, núm.26, octubre-diciembre de 1980, Ediciones Era,
México,D.F.,p.94.
- Ibidem, pp.97,100,101.
- Véase Julieta Campos, ¿Qué hacemos con los pobres?, Editorial Nuevo Siglo, México, 1995, p.87.
- Amartya Sen, "Los bienes y la gente", en Comercio Exterior, vol.33, núm.12, México, diciembre de 1983, p.1115.
- Amartya Sen, "Capacidad y bienestar", en La calidad de vida,
Martha C. Nussbaum y Amartya Sen (comps), The United Nations
Univerity-Fondo de Cultura Económica, México, 1996, pp.54,56.
- Amartya Sen, "Sobre conceptos y medidas de pobreza", en Comercio Exterior, vol.42, núm.4, abril de 1992, México, p.311.
- Julio Boltvinik, "La pobreza en América Latina: análisis
crítico de tres estudios", en Frontera Norte, Número especial, vol.6, El
Colegio de la Frontera Norte, 1995, p.37. Una versión del mismo trabajo
puede verse en "La medición de la pobreza en América Latina", en
Comercio Exterior, vol.41, núm.5, México, mayo de 1991.
- Ibidem, p.38.
- El autor citando a Amartya Sen señala: "el carácter absoluto
de las necesidades no es la misma cosa que su carácter fijo a través del
tiempo", "Poor, Relatively Speaking", en Oxford Economic Papers,
núm.35, julio de 1983; Julio Boltvinik, La medición de la pobreza en
América Latina, Op.cit.,p.425.
- Ibidem, p.428.
- Citado en Julieta Campos, Op. cit.,p. 441.
- Amartya Sen, "Sobre conceptos y medidas de la pobreza", Op.cit., p.313.
- Rolando Cordera y Carlos Tello (comps), La desigualdad en México, Editorial Siglo XXI, México, 1984, p. 10.
- Coplamar, Necesidades esenciales y estructura productiva en
México. Lineamientos de programación para el proyecto nacional, México,
1982.
- Véase Joaquín Bracamontes Nevares, El crecimiento económico y
los niveles de bienestar en la frontera norte de México, 1990, Tesis
de Licenciatura, Universidad de Sonora, Departamento de Economía,
Hermosillo, Son., diciembre de 1997, p.37,38.
- CONEPO, Secretaría General de Gobierno, La marginalidad en
Baja California, Segunda Edición, 1995, pp.21,22. El concepto de
marginalidad que se usa en este trabajo es el mismo de Coplamar:
"...grupos que han quedado al margen de los beneficios del desarrollo
nacional y estatal, así como de la riqueza creada, la cual no quiere
decir que no participan en la generación de ésta".
- Humberto Palomares León, Pobreza urbana y movilidad
ocupacional en Tijuana, B.C., Tesis de Maestría, El Colegio de la
Frontera Norte, Tijuana, agosto de 1996, p.50,51.
- Véase Diana Alarcón, "Crecimiento y desarrollo sostenible en
la frontera norte de México", en Reunión de alcaldes fronterizos sobre
desarrollo y medio ambiente, Eliseo Mendoza Berrueto (coord), El Colegio
de la Frontera Norte. Tijuana. 1995.
- Plan Estratégico de Tijuana, XIV Ayuntamiento, Tijuana, 1995, p. 49.
- Ibidem, p.76.
- Ibidem, p.51.
- La afirmación es de Michael J. Piore, "The dual labor market:
theory and implications", en Problems in Political Economy. An Urban
Perspective, D.M. Gordon, et. al, Lexington, Mass..D. C.Heath; citado
por Humberto Palomares, Op.cit., p. 27.
- Para una discusión en estos términos puede consultarse María
Eugenia de la O. y Cirila Quintero, "Trayectorias laborales y
estabilidad en las maquiladoras de Matamoros y Tijuana", en Frontera
Norte, vol 7, núm.13, enero-junio, El Colegio de la Frontera Norte,
Tijuana, 1995.
- Información aparecida en el periódico Cambio, 31 de agosto de 1998, Tijuana, Baja California.
- Periódico El Mexicano, 26 de octubre de 1998, Tijuana, Baja California.
- Tito Alegría, "Tijuana", en Las ciudades de la frontera
norte, Roberto Sánchez (coord), 1994, mimeo; y Humberto Palomares León,
Op.cit., p.35.
- Tito Alegría, "Condiciones espaciales de la pobreza urbana y
una propuesta para su disminución", en Frontera Norte, Número especial,
vol.6, El Colegio de la Frontera Norte, Tijuana, 1994, p. 64.
- Esta información fue tomada de María de Lourdes Romo Aguilar,
Riesgos naturales y vulnerabilidad social en la zona urbana de Tijuana,
Baja California, Tesis de Maestría, El Colegio de la Frontera Norte,
Tijuana, 1996, p.103. Para determinar el nivel de ingreso en la zona
urbana de Tijuana, la autora utilizó la información por AGEB, agrupando
lo salarios en los siguientes rangos: a) 0-1 salario mínimo, b) 1-2, c)
2-5 y d) 5 y más salarios mínimos. Para uniformizar los valores a nivel
de AGEB se multiplican los rangos por factores escogidos mediante una
fórmula específica.
- Véase sobre este punto Nora Lustig, "La desigual distribución
del ingreso y de la riqueza", y Julio López Gallardo, "La distribución
del ingreso en México: estructura y evolución", ambos en La desigualdad
en México, Rolando Cordera y Carlos Tello (Coords), Siglo XXI, México,
1992.
- Jorge A. Bustamante, El contexto social, económico y
demográfico del presente y futuro de Tijuana, mimeo, El Colegio de la
Frontera Norte, Tijuana, s/f.
- Véase Blanca Delia Vázquez Delgado, Niveles de bienestar en la
frontera norte de México: cálculo de un índice de desarrollo, Tesis de
Maestría, El Colegio de la Frontera Norte, Tijuana, septiembre de 1996,
p.80. Una aclaración importante que hace la autora es que los ingresos
registrados por la ENEU, son obtenidos en forma de sueldo, a destajo y
especie, por comisión, propinas y ganancias; el cálculo del ingreso
promedio por hogar se hace de acuerdo al número de integrantes.
- Ibidem, p.81.
- Programa de Desarrollo Urbano del Centro de Población Tijuana, XIV Ayuntamiento, Tijuana, 1994.
- Plan municipal de desarrollo 1996-1998, Copladem-XV Ayuntamiento de Tijuana, p.147.
- Periódico El Mexicano, 22 de octubre de 1998, p.13. Esta
información fue proporcionada por Luis Alfonso González Cruz, Presidente
de la Comisión de Vivienda del Centro Empresarial de Tijuana.
- Véase a este respecto Alejandro Jouliá-Lagares, Diagnóstico
espacial de la mancha urbana en la ciudad de Tijuana, en Cuadernos de
Economía, Serie 3, núm.6, Facultad de Economía, UABC, Tijuana, s/f.,
p.46.
- Tijuana hoy, Copladem, XV Ayuntamiento, Edición especial "El Niño", Tijuana, 1997.
- Robert Chambers, Rural Development, Putting the Last First,
Longmans, Nueva York, 1983; citado por Vania Salles y Rodolfo Tuirán,
"Familia, género y pobreza", en El Cotidiano, núm.68, UAM-A, México,
1998, p.2.
- Vania Salles y Rodolfo Tuirán, Op.cit., p.8.
- González de la Rocha y Martínez M.,
"Estrategia versus conflicto: reflexiones para el estudio del grupo
doméstico en época de crisis", en De la Peña, et.al., Crisis, conflicto y
sobrevivencia, UdeG-CIESAS, México, 1990; INCO, "El gasto alimentario
de la población de escasos recursos de la ciudad de México", en Comercio
Exterior, vol.39, núm.1, enero de 1989.
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