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LA FRONTERA ESTADOS UNIDOS-MÉXICO: UNA ZONA DE GUERRA
Benedicto Ruíz Vargas
Desde el 2 de febrero de 1848, fecha en que se establece la línea divisoria entre México y los Estados Unidos mediante la firma del Tratado de Guadalupe Hidalgo, las relaciones entre ambos países no habían pasado por un momento tan crítico como el que se ha definido desde la última década. A lo largo de casi un siglo y medio las relaciones han pasado por episodios conflictivos, sin duda, pero pocas veces habían alcanzado la tensión y el nivel de hostilidad que se manifiesta desde los años noventa hasta los primeros de la década del 2000.
Son varios los temas que han tensionado la relación bilateral en los últimos tiempos, pero es de nuevo la migración de mexicanos hacia Estados Unidos el punto de desencuentro entre ambos países. Ha sido la política antiinmigratoria o de control de la migración que diversos gobiernos norteamericanos han adoptado desde los años ochenta, el factor clave en el enfriamiento de la relación entre México y Estados Unidos. No hay, evidentemente, como podrían sugerir erróneamente estas líneas, una ruptura de la relación bilateral ni tampoco un impedimento para que otros puntos de la agenda sigan tratándose; sin embargo, el tema de la migración es un tema que empaña y define al conjunto de la vecindad. Mientras la migración sea un tema irresuelto, las relaciones entre ambos países estarán cruzadas por la desconfianza y la hostilidad.
En los siguientes apartados se intenta ofrecer un panorama general de cuáles han sido las políticas de Estados Unidos frente a la emigración de mexicanos, cuál el contexto sociopolítico en que se han dado, cuáles han sido a lo largo del tiempo las fundamentaciones para rechazarla y cuáles son de manera reciente las posturas del gobierno norteamericano y la de algunos grupos de la sociedad estadounidense para oponerse a la emigración mexicana. En el largo recorrido que aquí se hace se podrá observar que, en realidad, son pocas las variaciones que las posturas antiinmigrantes han sufrido con el paso del tiempo en nuestro país vecino. Una constatación preocupante y a la vez medular para dimensionar el fenómeno de la migración y el curso posible de la relación bilateral.
La frontera después del Tratado de Guadalupe Hidalgo
Después de que se estableció la línea divisoria entre México y Estados Unidos, en 1848, la frontera entre ambos países vivió un periodo de relativa calma y abandono. Salvo por los conflictos que se generaron con la población de origen mexicano que se había quedado en los territorios anexados por Estados Unidos, un derecho reconocido por el propio Tratado, la frontera permaneció prácticamente en esa situación hasta finales del siglo XIX. Algunos historiadores registran que un poco después de 1848, una pequeña corriente de mexicanos se desplazó hacia la región de California como producto de la fiebre del oro que se daba en esa entidad, pero no necesariamente representaba un flujo migratorio de gran importancia.1
De acuerdo con Moore, el control formal del tráfico humano de parte de Estados Unidos se inició en 1886, aunque de manera precaria y rudimentaria. Hasta ese momento prevalecía en Estados Unidos, de acuerdo con este autor, dos conceptos fundamentales frente a las corrientes migratorias en general: uno que Estados Unidos se concebía como una "puerta abierta" a todo el mundo, como un lugar de oportunidades para las poblaciones "oprimidas" de Europa especialmente; y dos que estas mezclas de nacionalidades que entraran a Estados Unidos se asimilarían rápidamente a la vida norteamericana. No obstante estos dos conceptos, desde 1875 empezaron a aparecer restricciones cualitativas a la migración, basadas principalmente en razones físicas y morales con respecto a algunas nacionalidades extranjeras que provenían de Europa.
En los primeros años del siglo XX, específicamente entre 1907 y 1908, la construcción de los ferrocarriles mexicanos permitieron la conexión entre el interior de México y las incipientes ciudades fronterizas del norte del país, otrora zonas abandonadas y literalmente desconectadas de la república mexicana. Los ferrocarriles fueron en realidad el primer medio que facilitó la migración de trabajadores mexicanos hacia Estados Unidos, aunque todavía en baja escala. No fue sino después de 1910, al término de la Revolución Mexicana, cuando dio inicio un sustancial movimiento de personas hacia el país vecino, algunos de ellos huyendo de los trágicos acontecimientos y otros más en busca ya de mejores oportunidades laborales.
En las primeras dos décadas del siglo XX se había incrementado la demanda de mano de obra en los estados fronterizos de Estados Unidos. Primero, porque desde 1882 este país había excluido la fuerza laboral representada por los chinos, al tiempo que en 1907 había hecho lo mismo con los japoneses. Segundo, porque al entrar a la Primera Guerra, el país requería de mano de obra para las labores agrícolas, para el mantenimiento de las vías y caminos, así como para el trabajo en las minas. De acuerdo a estas necesidades, en 1917 se promulgaron varios reglamentos para permitir la entrada "temporal" de estos trabajadores.2
En palabras de Moore, "esta primera ola de inmigración de 1910 a 1920 fue únicamente el principio; la siguiente década vio la llegada de inmigrantes mexicanos en grandes números. En 1920 llegaron 51 mil 042 inmigrantes legales, un número suficientemente grande para empezar a aterrorizar a México por el riesgo de que su gran vecino del Norte se estuviera llevando a demasiada gente de su país".3
Sin embargo, la preocupación no era compartida por los Estados Unidos. Las restricciones cualitativas introducidas en 1917 no estaban dirigidas a la inmigración mexicana, sino a los extranjeros que procedían del sur y del este de Europa. Tanto en estas restricciones legales como en los controles cuantitativos impuestos en la Ley de Cuotas de 1921 y 1924, los mexicanos, y en general todos los ciudadanos del Hemisferio Occidental, quedaron exentos. Las razones del Congreso norteamericano para esta exención se basaron en la política del "panamericanismo" que en ese momento el gobierno de Estados Unidos sustentaba como principio en su relación con aquellos países. Empero, como dice Moore, la Ley de Cuotas impuesta en 1921 y revisada en 1924, "se convirtió en la base de toda futura política de inmigración".
En 1924 se crea la Patrulla Fronteriza (Border Patrol), pero la frontera con México no es todavía una zona que preocupe en demasía a los Estados Unidos. Un año antes era vigilada por 151 inspectores para los 20 puertos de entrada que tenía toda la frontera entre México y Estados Unidos.4
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