En Torno al Modelo Educativo Ignaciano



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En Torno al Modelo Educativo Ignaciano


Carlos Casas Martínez, s.j.

 La Justicia. Tal vez se hable hoy de la justicia menos que hace 25 años. Pero el problema persiste. La injusticia viene de la mano de la globalización, la mundialización de la economía, la liberalización del mercado, el neo-liberalismo, el capitalismo. Debajo de un nuevo discurso que encierra la misma realidad.

La desregulación de los mercados financieros está configurando un nuevo mapamundi, en el que la brecha entre privilegiados y desfavorecidos se ahonda cada día más. A nivel macro, el desarrollo, la calidad de vida y el progreso que implica la nueva economía es innegable. A nivel micro, los beneficios no son para todos, ni se reparten por igual. El precio que hay que pagar es muy elevado. La injusticia ha profundizado sus raíces en esta "aldea global" que ha resultado ser nuestro planeta. Muchos aldeanos no superan los niveles de simple sobrevivencia, y el número de pobres absolutos aumentan de hora en hora en el "contador de la pobreza" de la página del PNUD en Internet. A los pobres de siempre, se suman los neopobres, producto del sistema neo-liberal.

Por otra parte, si algo es característico de este sistema, es la exclusión. Exclusión del circuito del conocimiento, de los bienes y servicios, del trabajo. La frontera entre ricos y pobres atraviesa nuestras calles y barrios. Tal vez uno de los más perversos efectos del sistema es que nos estamos acostumbrando a cohabitar con la exclusión y la pobreza. Nuestra capacidad de reacción se está embotando.

Y no tenemos que irnos muy lejos de la realidad nacional para comprender el panorama desolador de la pobreza y de la injusticia. Este es el contexto real que desde la visión ignaciana debemos asumir para desarrollar nuestras funciones sustantivas de docencia, investigación y servicio. Esto es lo profundamente ignaciano de nuestra propuesta. ¿Qué hacer entonces en este contexto?

Creo que se trata de abrirnos al Dios de la vida como orientación definitiva de nuestra concepción de la realidad que vivimos y buscar respuestas a estos graves interrogantes en el día a día de nuestro trabajo educativo: ¿Cómo educar para la justicia, la solidaridad, la gratuidad, el don, el servicio, en tiempos de competitividad, de individualismo salvaje, de indiferentismo ante el otro, de exitismo; o ante la marginación y exclusión, la corrupción, la falta de puestos de trabajo, la desilusión? ¿Qué presencia tienen los pobres en nuestra educación ?...

La cultura
, segunda dimensión y desafío. "Cultura", según la Congregación General de la Compañía, es la manera como un grupo de personas vive, piensa, siente, se organiza, celebra y comparte la vida. En toda cultura hay subyacente un sistema de valores, significados y visiones del mundo, que se expresan a través del lenguaje, gestos, símbolos, ritos y estilos de vida. (Cf. C. G. 34, D. 4, Nuestra misión y la cultura, n.1, nota.)

Hay hechos claros que muestran lo que significa este desafío. En verdad, la eliminación de las distancias, gracias a la tecnología, está configurando un nuevo tipo de sociedad. La globalización se extiende también al ámbito de la cultura, especialmente a través de los medios de comunicación. Ya se habla de una cultura mundial, por cierto uniforme, pobre, masificadora. Esta falsa cultura "light" amenaza a la mitad de la humanidad. Los países pobres y los pobres de los países ricos, están excluidos de las redes de la ciencia y la tecnología. Cuando acceden resultan más vulnerables. Hasta las grandes culturas milenarias, y las tradicionales, se ven minadas por la homogeneización cultural que imponen los medios y acarrean las migraciones. Las tensiones entre lo global y lo local se acentúan. (Cf. Informe Delors, 43, 44, 49)
Hay dos factores que parecen interpelar directamente a la educación en el ámbito cultural. Uno es el de los valores y, el otro, el de la llamada cultura secular.

En el mundo de los valores entre nosotros parece que se hubieran borrado los valores comunes de referencia mínimamente válidos para todos. Y no hablemos ya de valores absolutos. En nombre del respeto y la tolerancia, se está llegando a una verdadera indefinición y pérdida de identidad. La influencia de los medios en este punto es también determinante.

Esta nueva cultura secular o secularizada afecta toda la visión nuestra y la de nuestros jóvenes sobre la vida, el mundo, la fe... Parece que todo ya pertenece al terreno de lo privado. La religión se consume a veces "a la carta" y la seguridad que da la ciencia, los niveles de bienestar logrados por muchos, la búsqueda de realización personal a toda costa, el disfrute de la vida, el espíritu de consumo, han acabado por desbancar la presencia de los valores trascendentes constituyendo una cultura, decíamos, secular y alejada de lo trascendente.

 

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Posted on

February 16, 2015