LA VIOLENCIA POR GÉNERO EN TIJUANA



Introducción

Contenido

Participantes


LA VIOLENCIA POR GÉNERO EN TIJUANA


Mtra. Vianett Medina Valencia

IV. Conclusiones

Pese a la compleja realidad en torno a la equidad y al género, el tema no provoca discusiones académicas y ciudadanas serias. Incluso podría decirse que se prefiere relegar y se le coloca en el rubro de la asistencia social, de modo que los trabajos y políticas de género son asociados con instancias gubernamentales especiales tales como el Instituto Municipal de la Mujer. Este organismo, ocupado en coordinar programas, atiende normalmente a mujeres de clases populares. Aun cuando este organismo ofrece formación periódica (en el mejor de los casos), su función preventiva parece poco sistemática ya que no parten de un diagnóstico amplio que incluya la visión de las mujeres en los problemas de violencia y permita combatir las raíces de las desigualdades como estrategia preventiva. Como otras instancias de gobierno, sus miembros son sobrepasados por la carga de trabajo y no hay evaluación de los efectos de su oferta.

En lo tocante a las sanciones para delitos contra mujeres, la inadecuación de leyes fomenta que la denuncia por violación sexual se inhiba. Entre las razones que la originan está que este tipo de casos se despachan desde una perspectiva masculina: Los jueces se ocupan en verificar si la ropa y los lugares del delito no fueron suficientes para hablar de una provocación y descartar la culpa del agresor. Una sociedad masculina, que conserve patrones que resguarden el poder de los hombres, no se interesará seriamente en aplicar perspectivas de género a nivel institucional. Para muchos, es preferible la labor de prevención y dispensar recomendaciones con la intención de alejar a las mujeres de los lugares de peligro, empleándose para ello la estrategia del miedo, referida por Madriz.

En el tema de la lucha de poderes entre géneros, las mujeres ahora cuentan con mayor formación que les permite liberarse de la relación con un hombre. Aunque la vida conyugal les supondría una constante negociación respecto los puntos que atañen a la familia y al trabajo. La mujer de clase media, clase-media alta y alta, habituada a negociar en lo individual su estatus ante los hombres, no debiera prescindir de la conciencia de género, porque sus decisiones, finalmente, afectan a toda la ciudadanía. En muchas ocasiones, la disminución de los niveles de violencia depende de la perspectiva con que estas mujeres preparadas (algunas de ellas dedicadas a la asistencia entre clases populares o a los medios de información, reproductores de los estereotipos de género) inciden en el desarrollo de la educación y la moral socializadas en la localidad.

Sería deseable que la visión de institutos de la mujer, como el del municipio, se liberaran de tópicos de prevención que imponen nociones de la mujer blanca, débil y sabedora del "bien" y el "mal" establecidos por la sociedad de hombres. También deseable es que en la prevención de la violencia se aplicaran estrategias culturales incluyentes de todos los sectores y clases de la sociedad, suscitando el interés de todos por resolver el problema de la violencia, donde las mujeres (como sector ignorado en el ámbito público de la justicia) son sus principales víctimas.

 

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Posted on

February 16, 2015