Claves de la Ratio Studiorum para la Lectura de la Propuesta Educativa



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Claves de la Ratio Studiorum para la Lectura de la Propuesta Educativa de la Compañía de jesús Hoy

Dr. Esteban Ocampo

 En el momento en que se formula la Ratio, un buen número de los estudiantes seguían su formación para la vida religiosa y debían cursar todas las materias (y algunas adicionales según sus capacidades e inclinaciones), otros tantos continuaban su vida laical y por ello no concluían los cuatro años de teología propios del tercer ciclo. Lo que permanece de todo ello es la consideración de:

• Un privilegio, como ya se enunció, por las asignaturas de carácter humanístico.

• El ofrecimiento de mínimo tres ciclos en la formación: primaria, media y universitaria.

• Cuando sólo se atiende a la universitaria, casi todos los planes procuran guardar una organización en las que se puedan referir tres ciclos en cada una de las carreras: uno básico, otro de profesionalización y uno tercero de especialización.

En cuanto a la promoción flexible empleada por los Jesuitas en 1599 y antes, sólo hasta la última década ha sido retomada de una manera más seria, diferenciándose claramente esta opción entre la primaria, la secundaria, la preparatoria y la universidad. En la primera de ellas es más frecuente que se presente éste tipo de práctica, en tanto que en el bachillerato y en la universidad no es tan usual que se de, excepto para estudiantes realmente excepcionales que toman la iniciativa de hacer tal solicitud, pues sus maestros rara vez los proponen para tales estímulos. Uno de los reconocimientos más usuales que recibe hoy un estudiante aventajado, especialmente en la universidad, es nombrarlo como monitor, cargo equivalente al que en la ratio encontramos con el nombre de "bedel" o "decurión", por supuesto guardadas las proporciones.

10. Por último, debe indicarse en tal Propuesta Pedagógica quién dirige el proceso y quién es el centro del mismo. En esto hay una verdadera enseñanza de los Jesuitas desde el comienzo mismo de su acción como educadores y formadores. Al revisar la Ratio y al ponernos en el tiempo presente, constatamos que no hay diferencia para los Jesuitas de antes y de ahora: quien dirige el proceso de formación, de enseñar y de aprender son todos aquellos que fungen como educadores, pero no de manera aislada, sino considerando:

  • Que las decisiones en torno a los procesos formativos, organización y gestión de los mismos, se hace en forma colegiada. Si todos los maestros son jesuitas, en sus comunidades bajo el liderazgo de los superiores y con la orientación del Evangelio. Si son Laicos, a través de los Comités y Consejos. Y si se trata, como hoy, de Jesuitas y Laicos llamados a un mismo apostolado, se decide a través del encuentro de todos, mediados por el discernimiento. Para quienes escribieron la Ratio Studiorum es muy claro que las intencionalidades de la formación no se pueden delegar, se pueden consultar, discutir analizar, ponderar, pero no delegar. Esta afirmación que hoy pudiera causar un cierto escozor en quienes estamos convencidos de que cada vez más, para la construcción de un nuevo país, necesitamos que los estudiantes, sus familias y la sociedad en general incidan efectivamente en la formulación de las metas y en las maneras de facilitar los procesos de formación de niños y jóvenes. En verdad éstos deben convertirse en los referentes acerca de cuáles son los niveles y espacios de participación, con el fin de hacer posibles los acuerdos y de no desvirtuar la esencia de la propuesta educativa, que como la de la Compañía de Jesús, va más allá de responder a las demandas de una sociedad a veces cegada por la indolencia o por el atropello, a veces con más deseos de saber, poseer y dominar, que de sentir y compartir. No podemos olvidar que ahora, como antes, la Educación de la Compañía de Jesús es un instrumento apostólico puesto al servicio de la Iglesia, la promoción del Evangelio y la formación de profesionales cristianos comprometidos con las demandas que nos hace diariamente la situación de injusticia vivida en nuestros países.


  • Lo segundo es el reconocimiento de que el Centro de todo este proceso es definitivamente el estudiante. Desde los mismos Ejercicios, pasando por la Parte Cuarta de las Constituciones, la Ratio en todas sus versiones, las Características de la Educación de la Compañía de Jesús, hasta el Paradigma Pedagógico Ignaciano y todas las formas metodológicas y didácticas que se han adoptado (desde el Método Unitario de la Universidad de París, hasta le Educación Personalizada del P. Faure), han tenido claro que no tiene ningún sentido un proceso educativo cuyo centro no sea el estudiante; esto es, que tanto los cursos, como sus niveles y reglas, los recursos empleados, sus desarrollos, los ambientes, todo se piense en función del estudiante. Por eso sus métodos siempre han estado orientados al aprender a aprender y aprender a pensar. En los Ejercicios Espirituales se busca dotar al ejercitante de los instrumentos para que pueda adentrarse en la oración, a su manera, desde su propia historia; en la Ratio, se busca mostrar al estudiante caminos para que pueda hacer su construcción de una manera fundamentada y seria. Todas nuestras instituciones, en las prácticas más actuales, han puesto en primerísimo lugar de exigencia para los docentes en su enseñanza y para los estudiantes en su aprendizaje, estas dos competencias: aprender a pensar y aprender a aprender, pues sin ellas el estudiante no podrá ser actor principal de su proceso y realizar el encargo de ser cada vez más persona.
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    Posted on

    February 16, 2015