EL FLUJO CENTROAMERICANO(1) IRREGULAR CON DESTINO A LOS ESTADOS UNIDOS: LA CONSTRUCCIÓN SOCIAL DE LA VULNERABILIDAD



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EL FLUJO CENTROAMERICANO(1) IRREGULAR CON DESTINO A LOS ESTADOS UNIDOS: LA CONSTRUCCIÓN SOCIAL DE LA VULNERABILIDAD


Vladimiro Valdés Montoya, S.J.

Así, podríamos decir que uno de los rasgos estructurales que han caracterizado la estrategia de inserción de las economías mexicana y centroamericana en estos 20 años de ajuste estructural y globalización comercial, ha sido el castigo al salario de los trabajadores, asumido como ventaja comparativa en las relaciones comerciales de intercambio, con lo que ello ha significado de sacrificio del mercado interno en aras del mercado externo, con lo que ello ha significado de cierre de fuentes de trabajo, y con lo que en conjunto ha resultado en cuanto factores de expulsión de tramis.

Como resultado de este fenómeno de concentración regional de capital-trabajo, entre 1970 y 1990, el número de países receptores de grandes cantidades de trabajadores migrantes en busca de trabajo, pasó de 39 a 67 en todo el mundo. Durante el mismo periodo, el número de países emisores de grandes contingentes de trabajadores migrantes pasó de 29 a 55. Y el número de países emisores y receptores de trabajadores migrantes pasó de 4 a 15 (OIT, 2000: 2).

La OIT estima que hoy existen 120 millones de trabajadores migrantes(5) en todo el mundo, y que dicha cifra continuará en acelerado crecimiento, como una de las formas de expresión del proceso de globalización en la migración mundial (OIT, 2000: 1).

Por su parte, la OIM estima que de los 150 millones de migrantes internacionales que existen actualmente, uno de cada diez nació en algún país latinoamericano o caribeño. Y aún estas estimaciones se quedan cortas, pues no toman en cuenta ni a los tramis, ni a los desplazamientos temporales, circulares y de retorno. La información disponible permite señalar que casi 20 millones de latinoamericanos y caribeños viven fuera de su país de nacimiento y que la mitad de ellos emigró a lo largo del decenio de 1990, en especial a los Estados Unidos (Ocampo, 2002).

A partir de la publicación de los datos del Censo de Estados Unidos del 2000 (Passel, 2002(6)) se estimó que en ese año vivían 8.5 millones de indocumentados en ese país, de los cuales se estima que el 55% (4.7 millones) eran mexicanos y 22% (2 millones) del resto de América Latina. Así, mexicanos y latinoamericanos representaban las tres cuartas partes de todos los inmigrantes indocumentados viviendo en los Estados Unidos en el año 2000. Y según estas estimaciones, El Salvador, Guatemala, Perú, Colombia y República Dominicana, aportaron entre 100,000 y 300,000 cada uno.

En el mismo documento, Passel (2002) estimó que durante la segunda parte de la década de los noventa, el incremento anual promedio de inmigrantes indocumentados fue de 700,000.

Si mantenemos la estimación de que el 22% de este incremento anual de 700,000 serían inmigrantes de origen latinoamericano (no mexicanos), estamos hablando de un incremento promedio anual de 154,000 inmigrantes indocumentados de origen latinoamericano (no mexicano), gran parte de los cuales pudo haber ingresado a México por su frontera con Centroamérica, para llegar a la frontera con Estados Unidos, luego de atravesar todo el territorio nacional.

Por otro lado, durante el mismo lapso el INM reporta un promedio anual de 138,519 deportaciones de tramis (ver gráfica 13). Si estimamos que el 98% de estos son de origen latinoamericano (ver gráficas de la 6 a la 11), resulta que estamos hablando de 135,747.

Si sumamos los 154,000 tramis latinoamericanos que lograron pasar con éxito las barreras fronterizas y los operativos antinmigrante de México y Estados Unidos, con los 135,747 que fueron asegurados y deportados por el gobierno mexicano, estamos hablando de un flujo latinoamericano promedio anual de 289,747 tramis, de los cuales el 46.85% es asegurado y deportado desde México, y el 53.14% logra llegar a Estados Unidos. Si estas estimaciones nos acercan en algo a la realidad, podríamos decir que los operativos antinmigrante implementados por ambos países no llegan ni al 50% de su efectividad. O, dicho de otra manera, que este flujo cuenta con poco más del 50% de probabilidades de éxito.

1. ANTECEDENTES DEL FLUJO CENTROAMERICANO.

Hasta antes del final de la década de los setentas, el patrón migratorio en los países centroamericanos se caracterizaba por desplazamientos internos o intraregionales, con propósitos laborales, o como consecuencia de la industrialización concentrada en áreas urbanas, y de las transformaciones en la agricultura de exportación(7). La mayoría de los flujos internacionales era de carácter fronterizo y temporal. Se trataba de población rural, campesina, predominantemente masculina, en edad productiva y analfabeta o con escasa escolaridad. En general, casi no hay investigación primaria sobre estos flujos y, por lo mismo, casi no hay información sobre los mismos. Esto se debe, en gran parte, al poco interés de sus países de origen y de destino. Las principales migraciones de este tipo se dieron entre Guatemala y México, El Salvador y Guatemala, Honduras y El Salvador, Honduras y Belice, Nicaragua y Costa Rica, y Panamá y Costa Rica (Castillo/Palma, 1996: 25 y 27).

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February 16, 2015