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EL FLUJO CENTROAMERICANO(1)
IRREGULAR CON DESTINO
A LOS ESTADOS UNIDOS:
LA CONSTRUCCIÓN SOCIAL
DE LA VULNERABILIDAD
Vladimiro Valdés Montoya, S.J.
A finales de los setenta y principios de los ochenta, el patrón migratorio cambia significativamente en términos de volúmenes, rutas, orígenes, destinos, motivos, propósitos, temporalidad y condiciones de estancia. El cambio más notable se da en el incremento de los flujos extraregionales.
En esta nueva etapa, la migración se vincula a la profundización de la crisis económica y a la polarización de la crisis política que alcanzó niveles de confrontación armada en Nicaragua, El Salvador y Guatemala. Los conflictos armados acentuaron las razones para las migraciones laborales intra y extra regionales, y propiciaron las migraciones por motivos políticos, bajo las formalidades de asilo y refugio, sobre todo hacia México, Estados Unidos y Canadá(8).
En este nuevo flujo de migración forzada por motivos políticos, se trata de individuos, familias y comunidades enteras, tanto rurales como urbanas, y con muy distintos niveles de escolaridad. En el flujo guatemalteco hay que considerar el peso relativo de los indígenas, mayoritariamente campesinos y no escolarizados (Castillo/Palma, 1996: 23-24)
Por otro lado, la superación de las confrontaciones armadas no significó la superación de las crisis económicas, profundizadas ya de por sí por los conflictos mismos, y dio paso la desmovilización de contingentes significativos de combatientes de ambos bandos, sin poder ofrecerles a todos una salida económica y laboral en sus regiones de origen.
Así, los efectos directos e indirectos de la guerra, aunados a las crisis económicas, propiciaron un nuevo flujo de trabajadores migrantes extraregionales en busca de oportunidades de trabajo y de mejores condiciones sociopolíticas de vida, no necesariamente identificados como refugiados o asilados políticos, y que migraban mayoritariamente hacia el norte: Estados Unidos, Canadá y México (Castillo/Palma, 1996: 33).
2. EL FLUJO INTERNACIONAL RUMBO AL NORTE.
Como la mayoría de los migrantes hispanos en Estados Unidos, los centroamericanos también son mayoritariamente indocumentados, trabajan en los sectores agrícola industrial y de servicios y se asientan en concentraciones urbanas tales como Los Ángeles, Chicago, Houston, Washington, Miami y San Francisco (Castillo/Palma, 1996: 40).
Este flujo tubo un acelerado crecimiento durante la década de los noventa, y tiende a recibir nuevos estímulos como resultado de la política de subsidios a la agricultura norteamericana(9), y de los tratados de libre comercio en la región. Es un flujo que tiene que cruzar entre dos y cinco fronteras internacionales y entre dos y cinco países.
Es muy difícil establecer un perfil de esta población migrante centroamericana rumbo al norte, porque no existe la información suficiente para ello. Precisamente porque se trata de un flujo mayoritariamente indocumentado, resulta más complicado establecer los instrumentos de monitoreo necesarios que nos permitan conocer sus características cualitativas y cuantitativas. Por otro lado, en sus estadísticas de deportaciones y expulsiones, los países de tránsito y destino sólo registran los datos de los que logran detener, sin tomar en cuenta los casos de reincidencia y, obviamente, los casos de éxito.
En la frontera sur de México aún no existen sistemas de monitoreo que nos puedan proporcionar información más o menos aproximada sobre los montos y características de los flujos migratorios que la transitan. Establecer estos sistemas es aún una tarea pendiente en esa frontera. Actualmente se cuenta con los datos de aseguramientos y deportaciones del INM, que pueden dar una idea de las dimensiones de estos flujos, pero que, como decíamos, no son lo suficientemente precisos, pues no distinguen entre el número de asegurados deportados y los protagonistas concretos de cada evento(10).
Las otras fuentes de información son los monitoreos esporádicos de las organizaciones de la sociedad civil, que también nos pueden aproximar a cierta dimensionalización de los distintos flujos, pero que no dejan de ser meras aproximaciones bastante limitadas y parciales (Ruiz, 2001b: 12-13).
También resulta difícil cuantificar y establecer las proporciones de los distintos grupos en cuanto a su temporalidad, pues los hay que cumplen un ciclo y regresan a sus lugares de origen, hay quienes migran de manera definitiva y se establecen para construir las redes de apoyo a para flujos posteriores(11), y hay quienes migraron con la intención de regresar y por determinadas circunstancias ya no vuelven (Castillo/Palma, 1969: 34)
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